Primer abismo
Caigo
caigo
caigo sin remedio
en este abismo de la locura
en este mundo de hombres
en la desesperación
en el mezquino silencio de los versos
como un varón amordazado
carente
que los que eligen no encuentran aceptable
porque una mujer sería más dócil
o se esperaría
que lo fuese.
¿Quién dijo bendecid:
Bendecid y no maldigáis?
Nadie sabrá lo que escoges
excepto que tomes un trago de muerte,
con la violencia cándida
que el homicida y el indiferente te predican.
Nadie sabrá de ti
sabrán de tu desgracia
una vez estén seguros te volaste
te acuchillaste
o te cortaste rotunda
el ala que colgaba todavía de tu cuerpo
como una abominación
un mal poema
un cáncer.
Siempre estabas en el sitio equivocado
en el momento equivocado.
Eras la rara
la muda
la impredecible
la que decía lo mierda
lo torcido del mundo
y no importaba cuánto te vigilaran
te vigilan
los conformes.
Pero, ¿quién dijo bendecid?
y me torció los brazos
y me puso en el buzón todas las penas
como cartas sin nombre
dirigidas a un costado de mí
que ya cojeaba.
Bendecid y no maldigáis
mandaron.
Y vigilaron a ver si bajaba el listón
la guardia
para pegarme en el rostro.
No dejo nada que pruebe
o garantice la cordura
la mía,
la de los otros clama al cielo.
Una muerte lentísima
o una sobredosis de vivir a medias
qué más da de lo que escoja
morir.
Melancolía
Los abismos siempre van hacia otros abismos
a rarezas
a una parte adentro a la que aun
todo le deslumbra.
Dicen que voy a salir mañana en las noticias
con unos ojos ajenos
que no saben que son míos.
Teníamos
dos abismos por ojos
esa mujer de las noticias y yo.
Teníamos
carteles de advertencia:
la melancolía es un abismo
sin fondo.
Los abismos
me llaman por mi nombre.
Dicen que me columpio en la mente del suicida
que me enterrarán bajo ásperos girasoles
que escribirán en mi epitafio:
Esta mujer
cayó en todos los abismos
y eso
parecía hacerle feliz.
Poses para cruzar el campo minado
Iba a salir el sol y entonces
me convertí en objetos
en una mujer que necesitaba largas piernas,
no en bailarina,
sino en un alevín de pez
que huye de otro pez.
Me convertí
en todas las formas de un perfume
en la confusión de los olores transcendentales de la vida,
a una fe que nunca me ofreció esta vida,
en rosas deshojándose
sobre la madera
los pétalos cayendo
agonía de empezar a no ser.
Me convertí
en esa habitación que no acaba
de recuperar la memoria.
Salí a vivir diciéndome que esto no era nada
solo un día más para la cuenta
otro día en la enajenación de mostrar cordura
y era tanto el miedo
que iba de uno a otro sitio
y nadie me veía
era transparente
mimética
igual que el viento
o la verdad
atravesando lo que quedaba de mí misma.
Y así vives
y te conviertes en lo que inventas.
Incertidumbre sobre la extrañeza
Hoy ha venido la extrañeza
a darme sus lecciones de podar la lengua
a llevar la libertad contra las cuerdas.
Y ya no recuerdo los días
de correr junto a ella
de lapidarla en el sofisma.
Guardo mis podridos girasoles
guardo mi día de hoy para otro día
guardo mis rotas
feroces mariposas entre las mismas páginas
de los mismos libros que releo
me guardo a mí misma como un reloj de arena
que no cesa de caer
aun de noche cuando duermo
o alucino que duermo
y por fin
descanso de todo
lo que se pudre aquí.
Pero…
¡Qué traición
dejar paso a la extrañeza
y callarse para siempre!
Pregunta retórica
Hombre
—al que siguen los aduladores
y las hermosas—
condenado estás
a contar el ganado por cabezas.
Algún toro bicéfalo te hará más poderoso
y bien entendido el término presumirás de poderoso
y mi trabajo de lenta mujer mayor te hará más poderoso
y hasta lo que el viento trae te hará más poderoso.
Y cuando cierren tus ojos
porque ya no pueden ver
y te coloquen en la muerte
entre tanta flor inútil
—solo es cuestión de tiempo—
cuando también cierren mis ojos
mermados desde antes
y me coloquen en mi ataúd vulgar
con unas pocas flores mustias
cuando seamos iguales
entonces,
¿me amarás?
Sonia Díaz Corrales
(Foto cortesía de la autora)
Sonia Díaz Corrales Es poeta y narradora. Nació en Cabaiguán, Cuba, en el año 1964 y reside en Santa Cruz de Tenerife. Islas Canarias. Ha publicado: Diario del Grumete (poesía), editado por Taller Editorial Vigía, Matanzas, Cuba (1996), y Sed de Belleza Editores, Santa Clara, Cuba (1997), Minotauro (poesía), La Habana, Cuba (1997), El hombre del vitral (novela), Editorial Idea y Editorial Aguere, Islas Canarias, España (2010) y Noticias del olvido (poesía), Ediciones hoy no he visto el paraíso, Francia (2011), El puente de los elefantes (novela) , Ediciones El Barco Ebrio (2013). Sus poemas aparecen en las antologías: Retrato de grupo, La Habana, (1989), Poesía infiel, Antología de jóvenes poetas cubanas, Editorial abril, La Habana, (1989), Poetas del Seminario, Cuadernos informativos, Instituto Cubano del Libro, La Habana, (1992), Un grupo avanza silencioso, Universidad Autónoma de México, Ciudad de México, (1990), Poesía Cubana de los años 80, Ediciones La Palma, Madrid (1993), Antología de décimas, Centro de la Cultura Popular Canaria/Ayuntamiento de la Victoria de Acentejo/Caja Canarias, Islas Canarias (2000), Todo el amor en décimas, Editorial Benchomo, Islas Canarias (2000), Mujer adentro, Colección Mariposa, Editorial Oriente, Santiago de Cuba(2000), Puntos Cardinales. Antología de Poetas Cabaiguanenses. Parte I, Puente Colgante, Ediciones Ideas, Cabaiguán, Sancti-Spiritus, Cuba (2000), Como el fuego que está siempre, Editorial Consejo de Iglesias de Cuba, La Habana, Cuba (2009), Paisajes interiores, Centro de Estudios de la Cultura Mixteca, México (2010). Antología de la poesía cubana del exilio, Aduana Vieja, Valencia, España (2011). Obtuvo el Premio Bustarviejo de poesía, de Madrid, el Premio América Bobia, de la Ciudad de Matanzas, Cuba y el Premio Abel Santamaría, de la Universidad de Las Villas, Cuba, así como menciones y reconocimientos en otros concursos en Cuba y el extranjero. Fue finalista del Premio Viaje del Parnaso (2008)
Gracias, Sonia, como siempre tu poesía fuerte y desgarradora. Gracias por escribir de esa manera.