Te inmolaste. ¿Acaso te resignas?
Te costó los pulmones
haberte quedado sin el aire de la isla.
En las palmas aúlla la misma soberbia,
la doble cara de la mentira persiste en filo.
Lo del “melón” sigue en su color de pura
mierda a cubos todavía.
Sin embargo,
contra toda tragedia te desnarizas en lejanos arrecifes,
pasas comiéndote las uñas con un hambre azul.
De las gaviotas caen los antiguos mares
y espumean en las calles tus verdaderos pasos.
Nada te resulta ajeno Belascoaín arriba,
los amigos de costumbres esquineras
sentados en cualquier quicio de la noche
entre humeantes cigarrillos, pomos de compotas
acarreando aguardiente a risotada y olor anochecido.
Quizás algo de luna te olviden
la azotea y San Leopoldo; (¿antenas, gatos miedos…?)
cierta conformidad en los muertos
después del adiós,
donde no cesan los sollozos de la vieja Amalia,
que abordada de sombra fúnebre,
no deja de escuchar el ruido de la silla rodante
del último Carlos de su vida, sin espacio en la casa,
y jura que la mira desde el rincón de sus días,
mientras le cuesta el vidrio de la isla lo que exprime sus ojos
de silenciosa y malherida barriada de la sangre.
Te inmolaste a cuchillazo limpio a burlada patria en esencia.
De El otro lado del rostro.
Efraín Riverón
(Foto de Eva M. Vergara)
Efraín Riverón (Güines, La Habana, Cuba, 1942). Poeta. Ha publicado los poemarios: El rumbo de mi sangre (1979), La exacta memoria (1994), Nube y espuma (1999), Un punto en el tiempo (2002), Los ojos en la Isla (2006), De la Isla, la familia y otros recuerdos (2007), Los días de otro almanaque (2008), Después de la ceniza (2010), De la palabra y el espejo (2011) y De la luz su fondo (Editorial Silueta, 2012). Reside en la ciudad de Miami.
Buen poema, Efrain. Te felicito.
Waldo Gonzalez Lopez