Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

El ave en su jaula y otros textos

ZURELYS LÓPEZ AMAYA

 
El ave en su jaula
 

Mi voz se achica y corro en dirección contraria sobre las piedras que me aguardan. Seré la luz, lo sé. Seré ave que vuela y llora en su rama. Voz tenue dentro de mi garganta. Casi nadie la escucha, casi nadie suele llegar a mi angustia de pájaro silvestre. La libertad es una alfombra estirada, una hoja seca que vuela y navega como cenizas en el mar. Pienso cómo imitar a otro cuerpo mutilado para sacar mis espinas. Quiero volver a ser esa muchacha que espera. Aquella que fumó asustadiza el cigarro amarillo del canario y su pico.
  En mi pasillo miro el caracol, hago malabares con tres limones y subo al árbol de mango porque quiero ser la que fue sobre la brisa en la estampida de mis ojos. Quiero volver a caminar mis calles. Ir de compra a la bodega donde buscaba el pan de las mañanas. Muchacha de saya larga y espejuelos acelerando el sitio con poemas que hablan de lagartos. Yo, esa muchacha rebelde y libre como su tomeguín.
  Me situé en la penumbra de una hamaca cerca del río y su manglar, toda hecha de flores con trineos, calle que empuja hacia la puerta y entona la canción de mis pecados. Yo, esa muchacha de cuerpo de luciérnaga. Temblor y barco fui en mis aceras grises con banderita roja centelleante y venda en los ojos para poder lucir en las batallas. Canto fui mientras la gente volvía a preguntar por el fin de la guerra, por la historia perdida de sus hijos. Yo era esa muchacha. Subí escaleras de escuelas en el campo. Jugué a los bolos con los “bolos” y recogí el café de cada tarde. Podé varios kilómetros de árboles, deshijé tu tabaco, recogí tus naranjas, aboné en mi niñez tus campos de aguacate, coseché de tus fresas delirantes el fruto prohibido y luego me tendí al sol cansada como música incierta que entona la hojarasca. Canto fui. Sollozaba en las noches por volar a otras tierras de manzanas y nieve alucinante, de cabaña con pisos de madera y su olor a aserrín. Hoy escribo con furia de volver a inclinarme en el tejado para ver a mi abuela llegar por el portón con su bolsa repleta de guayabas, amapolas y granos de café.

 
 
 
Cristales
 

Miré como se miran las esquinas. De lado y sin prisa. Carteles. Propaganda socialista. Se vende ron a granel en la puerta del vecino. Mi barrio navega inundado. Latones flotantes y un grupo de salvamento se arrastra en la corriente. Aceras grises. El agua llega. A sus marcas, listo, fuera y mi corazón sangra. Huye, sopla en sus esquinas con dolor. Alguien me espera al cruzar pero no cruzo. Quiero un cielo azul y un redondel, el dibujo de un niño, boinas azules, pañoleta azul, estribillo de los ochenta. Anhelo el fruto de mi espalda que ya se esconde sin el sillón. Bombones, guitarrita azul, piano que toqué a los cuatro años. Camisetas que venden imágenes cubanas. Negritos tocando tambores junto al Che. Welcome to Havana. Miserables latones que navegan por las calles tupidas de San Martín. Broken. Un cielo azul y un redondel para cantarle a la noche: La vida es un divino guión.
  Familia, angustia, ansiedad, costillas, miedo. Política imperial. Ginsberg en mi Habana. Imagine este sitio de cosas insalvables. Desfiles. Alguien me espera al cruzar y cruzo por Copa, Avianca. Piso el capitalismo colombiano con mis sandalias made in Cuba. Motociclista. Masa de coca toca mi ventanilla. Matica que marea y corta la respiración antes de escribir el poema de la vida. Ron blanco, arequipe, cafecito puro, tintico no mezclado. No calles inundadas. No latones flotando a la intemperie. Me aplauden a la orilla del Sinú. Hay sangre en la cascada del Cauca. Una señora los entierra sin saber sus nombres. Hay poesía, miedo. Mujeres con sus faldas cortas en largas carreteras. Bogotá es fría con arquitectura inglesa. San Antero me cubre los ojos y pago una lancha que me deja en alta mar para llevarle flores a mi madre. Subo a Monserrate como un perro que quiere llegar a las nubes y aúllo.

 
 
 
Me miran los ojos del pez
 

Hay algo más allá que el respirar el aire con olor a lluvia de los campos, o a ciudad estancada sin retorno. Hay algo más que respirar mendigos alcohólicos suplicando macitas de pan, monedas para comprar café. Mientras respiro ese aire con humo de ómnibus y asfalto me miran los ojos del pez. Yo lo observo mirarme como buscando en mi una explicación del por qué no comparto su pecera. Cuando llega la noche temo apagarle la luz. Me gusta despertar y tomarme el té a su lado. Me gusta que mire a mis ojos y descubra que soy un pez sin agua, sin ese silencio ancestral que nos hace diferentes: descender hacia lo ridículo, el bullicio imperfecto del hombre. Respiro partículas sucias que tupen los poros de mi piel y enferman los pulmones. Respiro el miedo de no poder gritar que me ahogo en una isla que agoniza a la luz de una vela. El pez me mira y descubre lágrimas en mis ojos. Él no entiende, él no sabe descifrar mi angustia definida. Solo salta enfurecido para que yo salte con él y respire bajo el agua.

 

Del libro inédito Paisaje interior.
 

Zurelys López Amaya (Foto cortesía de la autora)

Zurelys López Amaya
(Foto cortesía de la autora)

Zurelys López Amaya (Artemisa, 1967). Poeta, narradora. Licenciada en Comunicación Social, Universidad de La Habana. Su obra ha sido publicada en varias antologías dentro y fuera de la isla. Entre los libros publicados se encuentra el poemario Pactos con la sombra, Ediciones Unicornio, 2009; Rebaños, Ediciones Extramuros, 2010 (ambos con re-edición en los Estados Unidos por la Editorial Atom Press); Minúsculos espejos, Editorial Latin Heritage Foundation, Washington D.C., 2011; La señora solitaria, Ediciones Unión, 2013; Lanzar la Piedra, Ediciones Corazón de Mango, Bucaramanga, Colombia, 2015, y Levitaciones, Ediciones Matanzas, 2015. Es Miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Actualmente trabaja como especialista del Centro de Información de Escritores de Literatura Cubana Contemporánea en el Centro de Promoción Cultural Dulce María Loynaz, Instituto Cubano del Libro, La Habana, Cuba.

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Esta entrada fue publicada el 23/01/2016 por en Poesía.
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