Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

María Zambrano, José Lezama Lima, un mosaico de exilios desde la fijeza

YUMARY ALFONSO ENTRALGO

 

Y el hombre como árbol único alcanza su verdad última. Lo inmóvil
crea el ordenado movimiento. Y el centro de la rueda del mundo es una
quieta acción.

(Zambrano 390)

 

(…) Quedaba el árbol, su imagen y la noche.
Inmóvil fiera, pegada y voluntaria,
escarba con sus uñas, destruye con su aliento.
La noche se trenza sobre el árbol.
Duramente incorpora su espacio sobre el móvil
río que la destruye caminando.

 
(En “Variaciones del árbol”. Lezama 130)

 
 
I
Pórtico

Paul Charles Bourget escribió: “Una amistad noble es una obra maestra a dúo”1. Estas palabras se imantan, sobrecogen el alma si tenemos que referir algunas ideas sobre la amistad de María Zamabrano (1904-1991) una de las pensadoras españolas de mayor impacto internacional, con José Lezama Lima, (1910-1976), núcleo del conjunto de intelectuales cubanos conocidos como el grupo Orígenes. Tuvieron estos una intensa conexión desde el instante en que se conocieron. Como obra maestra transcurrieron sus días en La Habana. Los pienso y se repiten en mi mente las notas de El Oro Del Rhin de Richard Wagner –Das Rheingold– primera obra del ciclo de El Anillo de los Nibelungos, y aunque es menos popular que Las Valkirias, su preludio es escalofriante. Casi se tiene la sensación de estar asistiendo al nacimiento del universo, como sucede cuando lees algo que te traspasa; porque las palabras tienen la posibilidad de tocar lo que tiene cada ser de estelar en sí mismo.
  El aporte de las reflexiones y las obras, tanto de filosofía como de ficción, de Zambrano y Lezama, son un baluarte del mundo cultural hispano. Nos queda una vasta memoria de sus cartas, poemas, dedicatorias y cercanías gratas que pueden atenderse para confirmar como los centros magnéticos de pensamiento de estos dos grandes tuvieron una fuerte sincronía y atracción. Lo que desembocó no sólo en franca amistad, sino también en metáforas y coincidencias considerables desde el azar concurrente2 de lo sublime que hizo que se sincronizaran en el mismo tiempo, espacio y frecuencia de deslumbramiento de la realidad. Existen elementos que escapan más allá de lo interesante que pueden resultar las anécdotas individuales y las percepciones de uno sobre el otro. No es novedad la lealtad enorme que se tuvieron hasta el final de sus días, y los motivos que confluían en el orbe de esta relación.
  Pero no es menester examinar in profundis esta -sanamente envidiada- compenetración, se trata de hurgar aún más en las conexiones del ser, desde la postura del detective que desentraña los hilos de un suceso. Se persigue en las próximas líneas enrutar el análisis hacia ejes temáticos fundamentales que se pueden trazar entre la poesía, el exilio y la filosofía. Tampoco es nuevo este acercamiento ya que críticos de poesía como Jorge Luis Arcos, Javier Fornieles y José Prats Sariol en diversos momentos han analizado las proximidades entre estas dos figuras. Más sería posible observar esta relación desde una perspectiva otra. Ambos experimentaron la sensación de la exclusión, de la negación, del viaje hacia dentro de su ser y la emanación del conocimiento al servicio del otro. Si bien hubo una química entre ellos, una fruición personal por sus inteligencias y alcances en campos de común interés para ambos, hay algunas confluencias en las que debemos detenernos. A Lezama ciertamente le llaman el viajero inmóvil debido a que salió muy poco de la isla, incluso viajó muy poco dentro de la misma. Se sabe de anécdotas que refieren su disgusto con los viajes en sentido general. Es de conocimiento público su aversión a los aviones. Más aunque en el plano físico no lo hizo, se dedicó a desplazarse, con la flexibilidad de un contorsionista, en el campo del conocimiento y la escritura, desde un mágico estatismo negando el movimiento. Por tanto, se ha de considerar en su caso una especie de exilio interior, de escape, de huida, de exclusión monacal, negación que nace de la decisión consciente y personal, desde el miedo o rechazo a la movilidad. O lo que puede también denominarse insilio, búsqueda de la poiesis desde la fijeza, desde la inmovilidad física; no así del espíritu, del ingenio, y el servicio a sus iguales. Ese dador penetrante hacia el abismo, donde lento va el mulo3, no tuvo muchos más escenarios que su casa de la Trocadero 162, en la Habana Vieja, sus libros, su pensamiento, su respiración entrecortada y la escritura como salvación. Todas estas posibilidades permitieron encontrar su sujeto creativo esencial en la propia negación que la sociedad cubana y el panorama cultural de la época también le impusieron. María, por su parte, en su constante viajar y reacomodar sus cargas emotivas, políticas, comprometidas en lo visceral, con una España que le dolía como herida sangrante, quedó siempre en deuda con la bondad y el nivel de profundidad con que Lezama podía acercarse no sólo a lo real, sino también a lo divino. Tópico sobre el cual volveremos más adelante. Ergo, permitámonos ubicar una serie de presupuestos que han clarificado estas reflexiones de algún modo.
  Propongamos pensar el concepto de lo divino en lo humano como una exclusión, como un “no hallarse”, un “no definirse” en el completamiento que cada ser busca. Como una especie de “desmetaforización”4 en el plano del lenguaje que se da por sí misma, desde la exclusión de los hombres del paraíso al ser revelada la totalidad, según la tradición judío cristiana. Esta exclusión viene a ser doble; no va cambiar a través de Jesús, que encarnaba el verbo para los cristianos porque la promesa de salvación se hizo carne en la figura un salvador esperado pero que en esencia, según la doctrina, es hijo de Dios, espíritu y Dios mismo manifestado en el misterio de la Trinidad. Este ser, hecho a imagen y semejanza de Dios, es también humano. He ahí la bifurcación. Estos “misterios” pueden vislumbrarse desde un definido posesionamiento religioso-filosófico, político-ético y poético-estético, en la obra y vida de estos autores. Por lo cual se podrían entender algunas aristas de sus concepciones creativas desde el marranismo, vinculando la propuesta desde este registro desde la aplicación a la literatura, y entendiéndolo como un fenómeno o proceso como consecuencia del rechazo de las condiciones políticas, materiales e intelectuales que han determinado la pretensión de una individualidad- en la Península ibérica- para consolidar así un camino de identidad construida monolíticamente desde categorías religiosas: desde las categorías que dan su forma propia al cristianismo católico peninsular (Lomba 68). Esto podría conectarse a su quehacer de “pensadores”, si entendemos también que en el pensar está la ruta de salvarse, de encontrarse, y ellos dedican su existencia a esa búsqueda. Luego, también está entendida la exclusión doblemente en cada sujeto, lo que he llamado en ambos exclusión hacia fuera, física, concreta, materializada: el exilio en el caso de Zambrano, y el insilio, desgarrador, angustioso, aporético, en Lezama.
  Alberto Moreiras, en su ensayo “The Marrano Register” acerca del registro marrano ha expresado algunas ideas que pueden entronizarse con la reflexión anterior:

The marrano register is the abandonment of what was previously one’s own and the embrace of the dominant state of the situation, and at the same time the abandonment of the state of the situation without the recovery of what was previously mine. Whatever was mine, if anything ever was, is blocked forever. The identitarian register, by contrast, is the embrace of what was previously mine insofar as I identify it in the state of the situation, and the militant abandonment of the alien as non-dominant. Whatever was mine stays mine and will always be mine. The marrano register is double because it takes off from a double exclusion: from your own and from the alien. But there is no exclusion without at least a double exclusion: the first gesture of exclusion is always inclusive—you are excluded, and the very fact of your exclusion creates the illusion of a “we”—we, the excluded—which is the potential ground of immunitary excess. It is only the second gesture that opens to exposure. You are excluded a second time, and the exclusion becomes infinite. The identitarian register is therefore a register of inclusion that excludes whatever is differential. But it only requires affirmative exclusion: it is thus not properly a register of exclusion, as it does not live on exclusion. It lives only on rejection (3).

Esta ilusión de “nosotros” para definir el registro marrano que Moreiras señala, igualmente puede conectarse con el criterio de José Prats Sariol sobre los deslindes de la poética de Orígenes. El tiempo que la Zambrano vivió en Cuba refleja el impacto de estos intelectuales en su obra, y no solamente de los poetas católicos, desde las posturas de Cintio Vitier, Fina García Marruz, Gastón Baquero, El padre Gaztelu, todos miembros del grupo. En ese sentido Lezama tenía una convicción holística de la fe, no ejerciendo ninguna religión sino la fe desde la razón, desde el encuentro de la luz del conocimiento puro a la manera zambraniana. Orígenes vivió la exclusión y el contrapunto, la disidencia y el amor-odio que Lezama y Virgilio Piñera encarnaban. En su artículo, Prats refiere los elementos de rechazo para la adquisición del conocimiento que la Zamabrano y Lezama tenían focalizados como “infiernos de rechazo”:

el de las inquisiciones, totalitarismos y discriminaciones que María padeció primero como exiliada de la República española, que ambos compartirían en los años estalinistas (1971-1976) de la vida de Lezama, y que los dos rechazaban en su trato diario con personas de ideas diferentes a las suyas. Y el infierno de la temporalidad como más fuerte que cualquier pérdida o carencia, sobre todo cuando lo proyectaban hacia el casi herético catolicismo que profesaban (Prats 5).

Esta reflexión se asocia con el concepto que surge desde Derrida, acerca de que debemos partir de la función fundamental del pensamiento. La finalidad aporética es la posibilidad de alcanzar los propios límites. El enigma y las dudas como pilares principales del entendimiento mismo no se reducen a la vaga incertidumbre, ni a la duda cartesiana, sino que nace de la oportunidad de analizar desde el reconocimiento de los límites y las contradicciones de nuestro entendimiento. El filósofo sostiene que la riqueza del pensamiento radica en la crítica, en la posibilidad inagotable de evadir el cerco que se cierra por la misma dinámica argumentativa. (Pilatowsky, blog) La experiencia humana, según esta aproximación, debe encontrarse más allá de los límites que establece el ejercicio de la razón. En el texto de Erin Graff Zivin: Figurative Inquisitions Conversion, Torture, and Truth in the Luso-Hispanic Atlantic, este concepto particular se define desde la perspectiva de “la extracción de la verdad” (3) – Pensemos en todo el proceso de interrogación y tortura en la identificación de los judíos conversos, donde el hecho factual de la verdad es lo que nos deja vislumbrar los límites y lo que puede convertirse en metaforización o transposición de la realidad. Para Lezama y Zambrano la realidad desdibuja los límites entre lo eterno atemporal y lo imperecedero. Así circunda al sujeto creativo, tanto al poeta como al pensador. En tanto que es posible considerar la verdad como el discurso de la certidumbre del propio devenir. De lo cual puede resultar la idea de la imagen como fijeza, como manera de entender el devenir del poeta que es metaforizado. Un ejemplo claro es el poema de Lezama “Rapsodia para el mulo”, del poemario La Fijeza, de 1949. Dónde lo estático y la movilidad son contrapuestos en una miríada de figuras retóricas y tropológicas, imágenes en su mayoría, algunas más inteligibles que otras, pero obviamente, revelando el destino de aquel que viajará y se insiliará en otro universo, sin apenas físicamente moverse. Por lo que el referente para la construcción de estas será desmetaforizador. Léase un fragmento del poema para constatar la finalidad del sujeto lírico que se erige en mulo, del paso lento, aplastante, que colapsa y se convierte en árbol. Mulo como representación de la movilidad y la constancia. Movilidad que implica trabajo, carga, memoria, y el árbol, como abismo, fijeza, como vehículo germinador que lo conectará a “las cajas de agua”, al poderoso Dios, al único Dios que tiene acceso el sujeto zambraniano, “el hombre verdadero”:

(…)
Tu final no siempre es la vertical de dos abismos
Los ojos del mulo parecen entregar
a la entraña del abismo, húmedo árbol.
Árbol que no se extiende en acanalados verdes
sino cerrado como la única voz de los comienzos.
Entonado, Dios lo quiere,
el mulo sigue transportando en sus ojos
Árboles visibles y en sus músculos
los árboles que la música han rehusado.
Árbol de sombra y árbol de figura
han llegado también a la última corona desfilada.
La soga hinchada transporta la marea
y en el cuello del mulo nadan voces
necesarias al pasar del vacío al haz del abismo. (…) (Lezama 156)

Si observamos también la figura del mulo como metáfora de esfuerzo, empecinamiento, o del acto creativo en sí mismo como un acto renovador del espíritu humano; podremos encontrar las respuestas que Zambrano develó en “Hombre Verdadero”. Está en este texto al decir de Jorge Luis Arcos, la explicación y esencia de la poética Lezamiana. “El mulo que desciende a las entrañas, a lo sagrado, a lo telúrico para sembrar, parir árboles que se alzan hacia lo estelar, ya que como dice Lezama, sembrar en lo telúrico es hacerlo en lo estelar” (13).
  Lezama se encontró en Zambrano, ella definió su poética. Su sagacidad le hizo expresar en su ensayo “José Lezama Lima en La Habana” que

…su poesía era un himno. Un himno aunque por ello y para ello se penara (…) la obra de Lezama pone al descubierto lo que la contemplación tiene de hermana del canto y de la luz que se encarna en la tierra de la pintura, la unidad de la apetencia humana más irrenunciable: hacer tiempo, espacio lugar propio donde la luz se pose y se vaya conjugando con todo lo que la resiste, para dar ritmos, formas, pensamiento. Pues sin esa tensión y ese fruto, la humana historia es nada más que una declinación en que el sustantivo sin el verbo se pierde.
(Zambrano 2014 472)

Y a María la encontraremos con esa magnificencia de las sílfides. Podremos hallarla, sentada con sus atesorados gatos “zodiacales”, fumando como un sujeto órfico, con su mirada empedrada. En la carta XXXIII el poeta describe a María como sus misterios órficos, utiliza los motivos temáticos desde su memoria con las vivencias que tuvieron en común en el Ateneo, el Lyceum, la casa de Orbón, las cenas del grupo en Bauta, y sus cartas anteriores, esto lo concreta en un texto que dibuja como prosiguió su postrera amistad, desde las conversaciones sobre Husserl y Platón, entre la fenomenología que aprendiera de Ortega y Gasset, y las preocupaciones existenciales que se vislumbran en Ser y Tiempo, de Heidegger. El poeta utiliza la analogía como principio del verbo.
  Él reconoce que ella ha sido su sibila, vino, légamo, profetisa de su quehacer poético (Prats 4).

María se nos ha vuelto tan transparente
que la vemos al mismo tiempo
en Suiza, en Roma o en La Habana.
Acompañada de Araceli
no le teme al fuego ni al hielo.
Tiene los gatos frígidos
y los gatos térmicos,
aquellos fantasmas elásticos de Baudelaire
la miran tan despaciosamente
que María temerosa comienza a escribir.
La he oído conversar desde Platón hasta Husserl
en días alternos y opuestos por el vértice,
y terminar cantando un corrido mexicano.
Las olitas jónicas del Mediterráneo,
los gatos que utilizaban la palabra como
que según los egipcios unía todas las cosas
como una metáfora inmutable,
le hablaban al oído,
mientras Araceli trazaba un círculo mágico
con doce gatos zodiacales,
y cada uno esperaba su momento
para salmodiar El libro de los muertos.
María es ya para mí
como una sibila
a la cual tenuemente nos acercamos,
creyendo oir el centro de la tierra
y el cielo del empíreo,
que está más allá del cielo visible.
Vivirla, sentirla llegar como una nube,
es como tomar una copa de vino
y hundirnos en su légamo.
Ella todavía puede despedirse
abrazada con Araceli,
pero siempre retorna como una luz temblorosa.
Marzo y 1975 (Lezama 179)

II
Ascensión

El texto Lezama Lima: “Hombre verdadero” escrito en 1976 con motivo de la muerte del poeta es una de las declaraciones más comprometidas desde la identificación de amistad y compromiso entre estas dos imprescindibles figuras filosófico – poéticas del mundo hispano. Como sierpe o caracol infinito sus vidas se entrecruzan burlando el atlántico para significar un universo de conexiones, cuestionamientos, búsquedas de lo eterno y esencial que nos es dado a los humanos.

La fijeza no se hizo nunca columna ni ninguna otra figura de ostensible fortaleza. Y los límites que establecía su meditación no quedaban señalados por la piedra que funda. Sabía desde el principio que si la poesía sigue a las leyes de la arquitectura se hará sierva de ella en vez de enseñorearla, señorío irrenunciable para el poeta que sabe que no se le dará nunca más que en su propio reino. (…) Y el ángel de la fijeza es más que nada movimiento, él ha de abrir paso al agua ígnea que hace de cada árbol una hoguera que habla, y él lleva el aire al que ha dado nombre de choza en choza. Sin él el poeta que no nombra el ángel se queda haciéndolo con su mirada fija en la que su propio ser se despliega, se escalona sin salirse de la quietud, sin romperla, atravesando los diversos planos de lo real y de lo que quiere serlo, de lo que va a serlo; de lo que en la infinitud será; la infinitud y no el futuro calculable. (390)

La correspondencia de ambos refiere que hubo un primer período de esta amistad entre el año 1953, momento en que las hermanas María y Araceli Zambrano deciden mudarse a Roma para continuar su exilio. Se tiene noticia de dos cartas que debieron ser las primeras y datan de 1939 donde se atisban las particularidades que se observarán en la correspondencia posterior. Todas las cartas que Lezama envió a María tienen el mismo remitente, su casa de La Habana, donde vivió hasta su muerte. En cambio, se opone a este sentido estático el peregrinaje de Zambrano frente a la “quietud casi monástica del poeta cubano” (Fornieles 40)
  Fornieles refiere en su prólogo a la Correspondencia que el curso epistolar de los años que duró esta amistad responde al deseo de darse a conocer y compartir, la fundación de un nuevo conocimiento “a contrapelo” como diría W. Benjamín, disidente de la finitud de las corrientes de la poesía social, en contra de las corrientes filosóficas marxistas comunes en el panorama filosófico europeo de los años 50. Zambrano y Lezama intentaban acercar el hombre a nuevas fuentes del conocimiento, a las que la racionalidad simple le cuesta desentrañar. Ellos buscaban otros modos de “nacimiento” y la posibilidad de compartirlo con alguien que tenía la misma visión (52).
  Observando la relación con la perspectiva que ambos perseguían el mismo objetivo Jorge Luis Arcos ha señalado que si Lezama, desde el terreno poético,

se nutre de toda una sabiduría mítica, religiosa, filosófica, histórica, María Zambrano, desde la filosofía, incorporará igualmente todo un saber olvidado por la razón: la mística, las religiones paganas, el vasto mundo de lo sagrado, la vida misma o las categorías de la vida o del sentir. Lezama tratará de erigir lo que él mismo considera con mucha ironía una locura, un imposible: un sistema poético del mundo, con sus categorías igualmente poéticas, un saber donde la imagen fuera el centro simbólico y la energía dinámica y unitiva de una percepción omnicomprensiva de la realidad, tanto de la visible como de la invisible, de lo telúrico como de lo estelar, es decir, un pensamiento poético. La autora de Claros del bosque nos legará también una aporía, un imposible: su razón poética. (Arcos 19)

Por tanto, si volvemos la mirada sobre el registro marrano como soporte de esta propuesta de análisis se puede entronizar el tema del exilio-insilio en ambos sujetos como exclusión en busca de un compromiso, o una identidad intelectual, en busca de una finalidad al servicio del hombre y la expansión del conocimiento.
  Al detenernos en el criterio de Natalia Muchnik expresado en su ensayo: “Being against, being with: Marrano self-identification in inquisitorial Spain (Sixteenth–Eighteenth Centuries). An essay” Podemos percatarnos que esta voluntad teórica representa las reformulaciones de como los primeros cristianos comprendieron su imagen y buscaron invertirla y reconstruirla, con el fin de construir sus propias identidades. Esta diferencia nos permite entender lo especular de lo criptojudio como identidades que se basan en prácticas de la vida extraordinaria, de otra dimensión extra humana que pudiera consistir en el campo de la razón poética tanto para Zambrano, siendo este uno de sus temas más recurrentes, como para Lezama, que en círculos consecutivos reflexionaba sobre la concepción poemática y el sentido primigenio de la obra poética. Para ambos la sobreabundancia entre el pensamiento filosófico y la poesía actúa sobre lo visible e invisible, hay una sutileza que los sustenta. Una vivencia oblicua, relacionada con la causalidad, con la relación lógica de causa y efecto. En Lezama la poesía está sobreabundada de efectos tropológicos, para algunos barroquismo hermético, para otros un sesgo manierista, pero sin dudas hay en su obra una fundamentación en la expresión lírica de la metáfora, la palabra, la imagen como idea matriz, “dadora”, “engendradora” como fragmentos que regresan a su imán5.

Yet whether Old Christians or Jews denigrated or praised the conversos’
origins, marranos were above all aware of their difference in the eyes of the Other, who designated them as such. They grasped that image and sought to invest in and rebuild it, in order to construct their own identities. This reformulation of difference allows us to understand those specular, cryptoJewish identities which were based principally on everyday practices of derision: Some marranos disparaged whatever formed the essence of Catholicism as they perceived it (the Eucharist, the saints, etc.) at the very same time as they distorted Christian rituals and texts to create their own ritual life and thought. (Munchnik 153)

De la poesía Lezamiana podemos decir que esta traspasa el concepto, su esencia para establecer su sistema poético y convertirlo en una nueva teoría. Él, al igual que Zambrano, se dirige hacia la aceptación de la realidad como enfrentamiento ante el tiempo. Por tanto, para ambos el referente de las fuentes grecolatinas, medievales, renacentistas hasta las revoluciones del psicoanálisis, el desasosiego de los existencialistas, el cristianismo y la resurrección soportan los ejes motivantes de su teleología lírica. En ambos el sustento teórico fundamental tiene las bases en el eclecticismo filosófico marrano. Lezama desarrolló una teleología insular, su sentido de finalidad tiene como centro la búsqueda de Dios como portador del conocimiento, pero hay en Dios una partícula humana, y viceversa. Hay un discernimiento de la trascendencia ontológica. Existe una fusión desde esta perspectiva que proponemos para entender que en ambos, tanto en María, como en el autor de Paradiso hay lecturas que van a los extremos y se convierten en un portavoz del linde entre la finalidad de la existencia humana y la función de lo divino. Se mueven desde la apología martiana de la estrella que ilumina y mata, talvez influidos por la asimilación de Ortega y Gasset, Rimbaud, Mallarmé, Rilke, Camus, Valéry, Góngora hasta las lecturas de San Anselmo, Pascal, Nietzsche, los oráculos como El I Ching, El Tarot, o el sumergirse en el Libro de los muertos, la Biblia, la numerología entre otras tendencias espirituales y todas las fuentes de su pensamiento. Ambos son buscadores de la luz y de las piedras.
  Recordemos las palabras de Zambrano en su ensayo ya referido sobre Lezama y la Habana al decir de Arcos, enseguida salta su evocación de Lezama y se confunde con la de la isla, donde refiere:

cree percibir “rastros del paraíso”. Inmediatamente reaparece lo sagrado: “Lo sacro se cela en el sur entre cancelas, hojas y cortinas de aire sólo atravesables para aquel que mira sin curiosidad, sin apetito siquiera de penetrar en lo sacro…”, y advierte que fue reconocida como “alguien que sabe de lo sacro permanentemente”. En su evocación de Lezama anticipa María su idea del “ancho presente” cuando escribe: “Lezama vivía en ese difícil cruce, en ese punto que es el tiempo presente, un punto –espacio-tiempo– al que hay que alzarse con
destreza que sólo la más sutil sabiduría proporciona y para los que los saberes no bastan”. Y luego: “Es el presente que se crea en verdad”. Ancho presente o presente creador o eterno presente, como también vislumbra en el propio Lezama. (20)

Ella fusiona su percepción de la finalidad del poeta y la ciudad, y su amistad con Lezama le recuerda sus raíces, su exilio y el destierro que la hacía vivir en ese desgarramiento del que surgen las leyes del universo. Recordemos lo que refiere la filósofa en La Cuba secreta y otros ensayos. Es más explícita la idea del exilio, destierro del alma, del misterio, que se confunde con la infancia y los sentimientos que produce el acto de recordar. En este punto es en el que podemos considerar que se mixturan ambos mosaicos de exilio entre ella y Lezama, desde el mosaico de la memoria, desde la fusión del poeta y el espacio-la ciudad, la Habana, donde ella encontró su Cuba secreta se encontró ella misma: “En La Habana recobré mis sentidos de niña, y la cercanía del misterio, y esos sentires que eran al par del destierro y de la infancia, pues todo niño se siente desterrado. Y por eso quise sentir mi destierro donde se me ha confundido con mi infancia” (2014 207-208) Más adelante en el ensayo ya referido “José Lezama Lima: Hombre verdadero”, María continúa desmenuzando esos lazos con una alusión clara entre el rayo verde de Cuba y el poema “Agua Ígnea” de Lezama. Imprescindible lectura de un fragmento sobre el rayo verde del crepúsculo cubano

se eleva detrás del último recorte, perfil del Sol perfecto hasta lo último a imagen de sí mismo, el rayo verde tan enigmático, dio su sentido cierto, su imperativo en el Poeta. No es espejismo, ni refracción aunque físicamente lo sea, espada de la luz que no refleja ni la aparición sin figura, imperativo del ángel que no habla Arcángel del Verbo que exige desde el principio la abstención del fantasear, la pulcritud de la sensación, de los sentidos y sentires en sus raíces lavadas con el agua ígnea. Espada el rayo verde que no cae desde el cielo sobre las cabezas de los hombres y su pensamiento, que no corta el aliento, el simple aliento de la libertad y no solo su cuerpo, que surge desde abajo detrás de la imagen del sol incandescente que cede porque va a extinguirse -¿sólo por eso?- a ser mirada sin castigo de ceguedad (…) Que si el cielo le permite con naturalidad tanta ha de ser, quizás, porque de él cayó la semilla o porque en la tierra oscura alguna semilla privilegiada alienta que solo instantáneamente muestra su tallo, indicio del árbol nunca habido, quizás escondido en alguna clara gruta al borde del mar, quizás en el mar mismo, más allá de su oscuro fondo donde tanta luz se alza.
(Zambrano. Correspondencia 2006 302)

Llegado a este punto podemos resumir que no hay espacio para sospechar que esta obra maestra sin dudas fue posible, más se matizó como mosaico colorido y en crecimiento desde la fijeza, hacia el completamiento del saber en la poesía y en la filosofía. Y que la palabra zambraniana se alza como el preludio de las Valkirias. Como Lezama le diría en una de sus últimas cartas, el 23 de mayo de 1976:

“cada palabra se libera como rota en su centro, recorre el tiempo que ella se crea, pulverizándose para reaparecer” (Lezama. Correspondencia 2006 189).
 
 
Bibliografía citada
Arcos la Rosa, Jorge Luis. “Confluencias entre José Lezama Lima y María Zambrano” Aurora. Papeles del Seminario de Zambrano Pdf. Jun. 2010. Ube.edu. Web 12.13.2014
Fornieles Ten, Javier. “Introducción” Correspondencia José Lezama Lima-María Zambrano.
María Zambrano-María Luisa Bautista
. Sevilla: Ediciones Espuela de Plata, 2006. Impreso.
Graff Zivin, Erin. Figurative Inquisitions Conversion, Torture, and Truth in the Luso-Hispanic Atlantic. Northwestern University,2014 Impreso.
Moreiras, Alberto. A Republican Passion of the Real. “The Marrano Register”. Pdf.11.12.2014
Muchnik, Natalia. “Being against, being with: Marrano self-identification in inquisitorial Spain
(Sixteenth–Eighteenth Centuries). An essay” Jewish History Springer Science+Business
Media B.V.2011: 153–174 Web. 12.13.2014. 2011.
Lezama Lima, José. Poesía Completa. La Habana: ICL 1970. Impreso.
Lomba Falcón, Pedro. “Marranismo y disidencia. Un origen hispano de la crítica moderna”
Revista Internacional de Filosofía. 57: 2012 (57-80) Pdf. Web. Dic. 12.2014
Pilatowsky, Mauricio. Blog “Dar la muerte a Jacques Derrida”. Dic.2008 Web. 12. 13.2014
Prats Sariol, José. “María Zambrano-José Lezama Lima: exiliada e insiliado”. Diario de Cuba 10. Junio. 2013. Web 10.23.2014.
Zambrano, María. La razón en la sombra. Antología crítica. Madrid: Ediciones Siruela. 2003.
Impreso.
Obras completas VI. Madrid: Opera Mundi 2014 Impreso.
 
 
Notas
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1Paul Charles Bourget (1852-1935) Escritor francés. Vivió en París y en sus tierras de Provenza, siempre abierto a los jóvenes que acudían a él en busca de consejo por su gran sabiduría podía encontrar en todo una esperanza, y su vida superó el amplio éxito que acompañara a algunas de sus novelas, demasiado vinculadas a ciertos ideales de las generaciones intermedias de la Tercera República.
Sus principales obras críticas son Teoría de la decadencia (1881), donde intentó responder a algunas tendencias literarias y al naturalismo, que él interpretaba como decadentismo enfermizo, y Ensayos de psicología contemporánea (1883), una serie de trabajos muy elaborados donde analizó los problemas morales de Francia y consideró los valores de autores como H. Taine, E. Renan, Ch. Baudelaire, G. Flaubert y Stendhal.
2El “azar concurrente” lo denomina Lezama a las coincidencias inexplicables desde la lógica de la razón. Igualmente se acuñó el término en el grupo Orígenes y luego fue muy usado por la crítica lezamiana para explicar que todas los eventos del universo están hilvanados secretamente, de manera tal que cada acción tiene su consecuencia. Relacionado con el principio del “efecto mariposa”.
3Intertexto con el poema “Rapsodia para el mulo” de José Lezama Lima que será analizado posteriormente.
4En Entrevista de Alejandra Castillo al Dr. Alberto Moreiras, el verano de 2014. (Documento trabajado en el curso para la clase sept. 2. 2014) a la pregunta si se debe buscar la desmetaforización de todo sistema, este responde relacionando el concepto desde su relación con la perspectiva infrapolítica. Con la que podemos trazar el vínculo zambraniano referido en otros artículos de Moreiras sobre la Literatura infrapolítica.
5Alusión al texto Fragmentos a su imán don el autor rinde cuenta de una poesía diferente que se nutrió de un sistema poético ya conformado, pensado y repensado, cuyos resultados se pueden resumir en la totalidad de su obra.

 

Yumary Alfonso Entralgo (Foto cortesía de la autora)

Yumary Alfonso Entralgo
(Foto cortesía de la autora)

 

Yumary Alfonso Estralgo (La Habana, Cuba, 1981). Graduada de Licenciatura en Letras de la Universidad de La Habana (2004) Trabajó como profesora de Gramática, Literatura Universal y Latinoamericana, impartiendo cursos a las carreras de Letras, Historia del Arte y Comunicación Social. Trabajó como asesora y escritora de programas radiales. Actualmente está en su primer año del Programa de doctorado de Estudios Hispánicos de Texas A & M University. Tiene diversas publicaciones relacionadas con su campo de investigación el cual está dirigido hacia la Literatura Comparada, Teoría y Estudios de Literatura Trasatlántica. Trabaja como instructora en los laboratorios y asistente en la Oficina de Soporte de Lenguaje del Departamento de Estudios Hispánicos en TAMU.</

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Esta entrada fue publicada el 15/10/2016 por en Ensayo.
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