Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Vedettes cubanas, una estirpe especial

MAYRA MARTÍNEZ

 

La denominación vedette, según consta en diccionarios, proviene de una voz francesa con raíz en el latín videre, es decir “ver”. Por eso, en la antigüedad, se nombraba así al jinete que alejado de la tropa cumplía la función de centinela, observando desde un lugar alto los movimientos enemigos e, incluso, en italiano se le decía vedetta a dicho mirador. Sin embargo, en los comienzos del siglo XIX se llamó vedette al actor principal cuyo nombre se destacaba en la parte superior de los carteles, del modo más notorio. Más tarde, se designó así a la figura femenina principal en algunos espectáculos de variedades, de tal manera que en el diccionario de la Real Academia Española, el vocablo vedette refiere a “aquel personaje que busca hacerse notar o destacar en algún ámbito y goza de la admiración del público.”
  Del talento musical cubano, tan abundante, han destacado no pocas bailarinas, cantantes y actrices a lo largo de más de un siglo. Y a aquéllas, en quienes se conjuntaron belleza, porte y capacidades artísticas especiales, se les ha identificado como vedettes o incluso divas, que significa «divinas» y es la forma femenina de la palabra latina divus.
  En este capítulo citamos a algunas de aquellas cubanas cuyos aportes en esta vertiente creativa ha dejado una estela de éxitos a escala mundial, y a otras que aún se abren camino en las tablas, y como complemento incluimos al final un listado de referencias visuales y auditivas, para guiar de manera directa a los lectores interesados en el conocimiento de las vedettes.
 
Rita Montaner, nacida con el Siglo XX
Vivió apenas 58 años, pero estos le bastaron para ser la primera gran vedette cubana de dimensión internacional. Porque ¿cómo clasificar a una artista con su versatilidad? “La Única”, según su apodo cultural, tenía una sólida formación como pianista y cantante, faceta con la que abordó por igual lo lírico, lo folclórico, lo sacro y lo popular  recorriendo con impecable nivel todo tipo de escenarios, desde el Teatro Olimpia de París, en 1928, sobre lo cual reseñó Alejo Carpentier: “No puede negarse la influencia decisiva que tuvo, el año pasado, la actuación de Rita Montaner, en esta invasión de aires tropicales (…) se ha creado un estilo: nos grita, a voz abierta, con un formidable sentido del ritmo, canciones arrabaleras, escritas por un Simons o un Grenet, que saben, según los casos, a patio de solar, batey de ingenio, puesto de chinos, fiesta ñáñiga y pirulí…” Y más adelante afirma: “Rita Montaner es un positivo valor. Tiene personalidad y se ha creado un género”.
  Para entonces ya la guanabacoense Rita Aurelia Fulceda Montaner y Facenda había inaugurado como primera voz femenina las trasmisiones en la radio nacional, en 1922 por la PWX, de la Cuban Telephone Company, en Águila y Dragones, interpretando Rosas y violetas, de José Mauri y Presentimiento, de Eduardo Sánchez de Fuentes, además de interpretar piezas de Ernesto Lecuona, de Jorge Anckermann, Alejandro García Caturla y Guillermo M. Tomás.
  En el libro Rita Montaner, de Alberto Mugercia y Ezeqiel Rodríguez, estos narraron una curiosa anécdota sobre las primeras actuaciones de Rita en Estados Unidos en 1926: “De vacaciones en New York tuvo necesidad de ser intervenida quirúrgicamente de apendicitis. Restablecida ya es invitada a cantar en un concierto a beneficio de los ciegos de aquella ciudad, teniendo como marco escénico el hotel Plaza. Las escuchan los hermanos Schubert, empresarios de espectáculos artísticos, y la contratan. Debuta con el violinista Xavier Cugat en el teatro Apollo –en Harlem, de New York. Después se presenta en la 44th Street, Teatro de los Schubert, en la revista titulada Una noche en España. Actúa también en Boston, con gran éxito.”
  Tras su regreso a la isla, el siguiente año, participa en el sainete lírico Niña Rita o La Habana de 1830 –con libreto de Castell y Riancho, música de Lecuona y Grenet-, bailando y cantando su cuplé El calesero y su voz convertiría en un hit el tango-congo Ay, Mamá Inés, de Eliseo Grenet, al igual que sucedería más tarde con el Canto siboney, de Lecuona, de la revista La Tierra de Venus, con libreto de Carlos Primelles. Poco después ya grabaría discos para el sello Columbia y en ese 1928 viajaría a Europa con una orquesta de ocho músicos, Sindo Garay y Guarionex, Paco Lara, Julio Richard, Carmen Ortiz y Rafael Betancourt, presentándose en el Palace, de París, y en el Follies Bergere, donde sustituye a la española de moda, Raquel Meller, y populariza al máximo El manisero, Ay, Mamá Inésy Canto siboney. Más tarde, llegaron los triunfos en España, donde actuó incluso para la Reina Victoria, y en su país protagoniza zarzuelas como María la O, de Sánchez Galarraga y Lecuona, y en diversas operetas ya clásicas.
  En 1940, en el Primer anuario cinematográfico de Cuba señalaban que Rita era “la verdadera creadora de un estilo interpretativo que ha revolucionado la música folklórica cubana, que en vano han intentado imitar otras intérpretes de la canción afro-cubana”.Y como para Rita el mundo era un pañuelo, cuando no estaba actuando en Europa, andaba por Norteamérica, ya fuera protagonizando la obra musical Wonder Bar, con Al Jolson y Ethel Waters, ídolos de su género por entonces en ese país, o en México, lanzando como solista a su pianista acompañante, Bola de Nieve, con quien se mantuvo en el cabaret Tropicana como primera figura desde 1946, o por Argentina ganando adeptos.
  Sólo en México, donde laboró por largas temporadas, participó en 10 películas, en principio para su debut en la gran pantalla, en 1933, cantando en La noche del pecado, dirigida por Miguel Contrerasy la última de las cuales fue Píntame angelitos blancos, en 1954, de Joselito Rodríguez, en tanto en Cuba volvió a dirigirla Ramón Peón, con quien había trabajado en Sucedió en La Habana, y en el Romance del palmar, en 1938, y así en 1951 actuó en La Renegada, con guión basado en una pieza radial de Arturo Liendo, trasmitido mediante La novela guajira.
  Ya en 1952 estelariza su último filme en la isla, La única, donde hace de una delegada obrera engañada por unos asaltantes, quien con su astucia los entrega a la justicia. Y se presenta en público, en 1956, en la ópera del compositor italo-norteamericano Gian Carlo Menotti, La médium, montada en el Hubert D´Blanck bajo la dirección musical de Paul Csonka, en tanto su última actuación la realiza ya enferma en la comedia inglesa Fiebre de primavera, de Noel Coward, a cargo de Rubén Vigón, en julio de 1957, en la sala Arlequín. Así, la estela de éxitos de la Montaner es inimitable, en todo tipo de escenarios y géneros. Sin dudas, por eso cabe citarla como la primera inmensa vedette de Cuba, pues como afirmara el Maestro Lecuona “en todos los conciertos de música cubana, Rita era imprescindible (…) Rita Montaner. Un nombre que abarcó todo el arte. Porque eso es ella: ¡el arte en forma de mujer!”
 
Amalia Aguilar o la “Bomba atómica”

Una de las principales vedettes del Cine de Rumberas es Amalia Aguilar, escultural mujer de amplia sonrisa y cabellos claros ondulados, nacida en 1928, y radicada en México desde mediados de los 40.
  Esta matancera, de nombre original Amalia Rodríguez Carriera,durante el homenaje ofrecido en Miami, en 2010, cuando le otorgaron las Llaves de la Ciudad, dio testimonio de sus primeros años, como recitando un poema: “Nací con muy buena estrella, desde el vientre de mi mamá, doña Regla se llamaba y don Oscar mi papá (…) Era gente muy bailadora, santeros de profesión. Casona en Matanzas tenían, Cuba y San Carlos. Mi madre tocaba el piano, yo bailaba con furor. Esto lo llevo en la sangre, soy cubana de verdad. Mi hermana Cecilia nació en La Habana, dos hermanas, ¿pa´qué más? Mi padre talabartero, mi madre de sociedad. (…) Don Oscar improvisaba un teatro con telón, con unas sábanas viejas, con un fonógrafo viejo, Arquímedes Pous lo inspiró: la mulata, el negrito, giras y teatritos al interior. ¡Nos mudamos a La Habana! Buscando nueva ilusión. El recuerdo de mis padres lo llevo en el corazón. Alquilaron una casa, pusieron una pensión, muy cerca del Capitolio. En La Habana mejoró la situación. América Manduley, gran artista en el Teatro Carral, de Guanabacoa, a la pensión se mudó. ¡La farándula nos invade, comen, gritan, sin pagar! Pero no hay mal que por bien no venga: ¡me enseñaron a actuar! CMQ, Cadena Azul, Teatro Martí, Hotel Nacional, Eden Concert, ¡Cabaret Tropicana! Con las Hermanitas Aguilar. ¡Son mis inicios en Cuba!”
  Así, con esa preparación musical, tras recibir clases de canto y actuación, llevaría a las hermanas de gira por Panamá, y a presentarse en algunos de los principales cabarets de la isla, hasta que el productor mexicano Pedro Calderón la contrata para la película Pervertida, en 1945, a partir de la cual la denominaron «el Torbellino tropical», “la Bomba atómica” o “la Reina del mambo”. Y en este filme, por cierto, coincide con otras coterráneas, las guaracheras Hermanas Márquez, luego de larga trayectoria en Norteamérica.
  Aguilar trabaja también en el Teatro Lírico y en cabarets de la capital, así como en la XEW en el programa La Hora Mejoral, y de ahí va a Estados Unidos actuando en un centro nocturno en boga, propiedad del pelotero Joe DiMaggio, respaldada por los Lecuona Cuban Boys y compartiendo escenarios con luminarias de la época, como Bob Hope, Carmen Miranda o The Dolly Sisters. Así, en la plenitud del éxito vuelve a México donde lidera el grupo musical Los Diablos del Trópico, y en sólo diez años participa en 22 largometrajes, entre estos Conozco a los dos, de 1948, y Al son del mambo, de 1950, donde comparte créditos con Dámaso Pérez Prado y la gran Rita Montaner, con quien ese año también coincide en Ritmos del Caribe.
  Tras su matrimonio con el político y periodista peruano Raúl Bedoya en 1955, Amalia anuncia su retiro de las tablas, y tras múltiples ofertas, hasta 1976 acepta una propuesta para montar números del compositor cubano Jimmy Monterrey, y más tarde participar en un proyecto con Adalberto Martínez ‘Resortes’ y la rumbera compatriota Rosa Carmina, trabajando además en espacios de Televisa, en México y con el Estudio Varela, en Perú, país donde en 1981 lidera y actúa en el musical Yo te traigo un son, con el respaldo teatral de sus hijos, Daphne, Raúl y Jorge, como colaboradores.
  Y al siguiente año, Amalia protagoniza Salsa musical, siguiendo con algunas presentaciones en varias naciones, hasta finales de los 80. Por supuesto, ella continuó cuidando su esbelta figura, como se ha comprobado en homenajes recibidos ya octogenaria, siempre ágil, pues como afirmóen una entrevista del 2000: “una rumbera debe tener lo siguiente: buenas piernas, alta, delgada, pelo suelto y mucho sabor.”
 
María de los Ángeles Santana

Aunque a no pocos cubanos se nos quedó durante dos décadas el recuerdo de María de los Ángeles Santana Soravilla -1914/2011-, en el personaje cómico y por cierto bastante repetitivo de “Remigia”, la efusiva alcaldesa de la serie televisiva San Nicolás del Peladero, a ella hay que citarla como una de nuestras grandes vedettes, dada su versatilidad y carisma, desde su temprana juventud como estudiante de guitarra y de actuación, siendo precursora en la cinematografía nacional, pues desde 1938 participa en películas como Sucedió en La Habana, El romance del palmar –compartiendo estelar con Rita Montaner-, Mi tía de América, Estampas habaneras o Cancionero cubano, y pronto se integra a los conciertos de música cubana del Maestro Lecuona, de quien estrena su canción Te vas, juventud.
  Su talento y elegante porte la llevan a vivir, por temporadas, en varios países como México, donde se mantiene desde 1943 con éxito dos años protagonizando revistas musicales, actuando en cabarets, como el Sans Soucí, de la Ciudad de México, y con papeles importantes en varios filmes; o a España, elevándose en el medio artístico como una diva por un trienio, desde 1950, y liderando la revista “Tentación”, de Antonio y Manuel Paso, con música de Daniel Montorio, en el teatro capitalino Madrid, que para entonces rompió récords de taquilla con 2,874 funciones, para luego permanecer en cartelera durante mil representaciones, con la obra “¡Conquístame!”, de similar autoría. Tal estela de éxitos deja María en la Península que sus regresos, en 1957 y 1989, son triunfantes, colmada de homenajes.
  Según narra el escritor español Manuel Cerdà en “La revista musical española V. Los años cincuenta”: “Buena parte de la expectación creada se debió a la escultural vedette cubana María de los Ángeles Santana, quien nada más llegar a España quiso anunciarse desnuda en los carteles. Naturalmente no lo pudo hacer, pero los carteles que finalmente se vieron en las calles de Madrid publicitando la obra fueron posiblemente los más atrevidos hasta la fecha: aparecía semidesnuda cubriéndose únicamente con una piel. Y es que ella era la tentación: “Yo seré la tentación, que tú soñabas…”, cantaba en medio de una puesta en escena espectacular con treinta vicetiples. Se mantuvo nada menos que cuatro años en la cartelera madrileña”.Así, desde 1958 hasta su retiro definitivo en Cuba, en 1996, cuando hace de Doña Mercé en la zarzuela El batey, de Lecuona, y de sus últimas telenovelas, entre 1990 y 1995, tituladas Prefiero las rosas y Entre mamparas, María de los Ángeles trabaja en importantes puestas en escena, como la memorable comedia Una casa colonial -1981-, creada para ella por Nicolás Dorr, quien la monta en la sala Covarrubias del Teatro Nacional, y que además le dedica otra, A toda prueba -1993-, basada en la historia conyugal de ella con Julio Vega. Vedette como pocas, la Santana trabaja, canta y actúa en todos los medios durante sus casi cuatro décadas finales, en radio, televisión, teatros –en zarzuelas, revistas musicales, comedias, vernáculas o dramas, que sumaron más de veinte-, y en 1999 el dramaturgo Andrés Ruíz le dedica Vivir con mamá, en el Teatro Mella. Por cierto, como anécdota simpática sobre su fuerte carácter, se dice que muy joven y gran aficionada a las motos, fue la primera mujer en manejar una Harley Davidson por todo el malecón habanero.
 
Candita Batista Batista

Llamada la “Vedette negra de Cuba”, la contralto camagüeyana Candita Batista Batista, -1916-, comienza con sólo 16 años en la La Especial, a cargo de Víctor Agüero Boza y Aurelio Cedé, de la sociedad Victoria, de esa ciudad, siendo allí la primera mujer solista de una orquesta masculina. Cinco años más tarde llega a La Habana, para trabajar con la orquesta de Obdulio Morales, y la compañía de artistas negros del Teatro Martí. Actúa en bailes populares y en emisoras de radio, así como en el espectáculo revista teatral Tururi ñañan, bajo la dirección de la compañía de Paco Alfonso, hasta pasar en 1941 a Batamú, cantando en el Teatro Lírico de Ciudad de México, junto a Tongolele, Rosa Carmina, María Antonieta Pons y Mary Esquivel.  Y en 1946 sustituye en Radio Cadena Suaritos a Merceditas Valdés y aprende lengua yorubá, lo que le permite interpretar obras de Teté Vergara, así como los afros Asoyí y Moquegeré, del compositor matancero José Claro Fumero, y Angelitos negros, de M. y Blanco.
  Su proyección internacional se amplía saliendo de gira en 1948, por seis países del continente latinoamericano, empezando por México y terminando en Colombia, para después vivir 11 años actuando en Europa, en especial, en España y Marruecos. Y en sus años de mayor éxito comparte con famosos artistas de renombre  internacional como Dixie Gillespie, Nat King Cole, Artie Show, Miguelito Valdés, Ernesto Lecuona, Estrellita Castro, Maurice Chevalier, la Mistinget, Josephine Baker y Charles Aznavour, en tanto el compositor español Augusto Algueró le da para estrenar la obra inédita Madre negra.
  A su regreso a la isla trabaja en el Teatro Martí, junto a Candita Quintana, Alicia Rico o Carlos Pous, para finalmente radicarse en su ciudad natal, donde inicia su Peña y aún pasados los 90 años continuaba recibiendo a sus admiradores y con lucidez participando en actos culturales. En una nota reseñaban que a los 94 estaba activa “como artista profesional como vocalista con la orquesta Mokekeré, y en la celebración de su cumpleaños testimonió con su voz de contralto la maestría con la cual disfruta la principal de sus pasiones: cantar”            .
 
María Antonieta Pons, “El Ciclón del Caribe”

Aunque el cineasta Juan Orol ya había filmado varios dramas y lanzado a la popularidad a su primera musa, Consuelo Moreno, cada vez más sus obras ahondaron en los temas de las rumberas, siempre bellas y provocativas mujeres, en entornos exóticos, de gánsteres tropicalizados y mucha sonoridad caribeña. Así, tras conocer en la isla a la jovencísima bailarina María Antonieta Pons produce en 1938 para el cine cubano Siboney, con música de tres insignes compositores, Ernesto Lecuona, Rodrigo Prats y Eduardo Sánchez de Fuentes.
  Trae a su nueva esposa a México, que pronto gana adeptos por su estilo peculiar para bailar, moviendo con frenesí sensual sus hombros, caderas y su estrecha cintura, en su bello rostro la pícara sonrisa, ondulante la espesa cabellera clara y una blancura inmaculada en su piel, aunque los primeros años de su relación transcurren lejos de las cámaras, en giras internacionales por cabarets estadounidenses, en especial de New York y Chicago.
  Y a partir de 1942 retoma su carrera cinematográfica “Maritoña”, como la apodaron. Iniciadora del Cine de Rumberas participa siempre con elegancia en su proyección escénica en más de 50 filmes, actuando, bailando y cantando con gracia inolvidable, y entre los más importantes están Konga Roja, de 1943;Embrujo antillano y La Reina del Trópico, ambas de 1945; El Ciclón del Caribey La Reina del mambo, de 1950, hasta Caña brava, de 1965 y el documental México de mis amores, de 1981. En casi tres décadas comparte escenarios con muchas de las figuras más famosas de entonces, como Pedro Armendáriz, Sara García, Germán Valdés “Tin Tan”, Blanca Estela Pavón, Javier Solís, Manuel Capetillo, Ramón Armengod, Andrés Soler, Luis Aguilar, Manuel Dondé, Armando Calvo, Víctor Junco, Lola Beltrán o su coterránea Blanquita Amaro.
  Tras su última película, en 1965 y sólo como excepción con su actuación en el corto citado, la vedette se retira por completo, de manera casi absoluta, de la vida artística e, incluso, social. Nacida en La Habana un 11 de junio de 1922, fallece en México, donde disfrutó de todo su éxito, el 20 de agosto de 2004.
 
Rosa Carmina, “Su Majestad, la rumba”

Conocer a esta vedette, icono de las rumberas en México, resultó una grata experiencia en 1989, al poderla entrevistar en su casa y recabar su historia en voz propia. En aquel momento estaba por cumplir 60 años, y se mantenía espectacular, con su distinguido porte y una figura esbelta, que destacaba por su altura, su cabello negro contrastando con su piel tan lozana y sus grandes ojos almendrados. Y entonces pensé: ¡qué conquistador debió ser Juan Orol, su esposo por una década, para ganarse el corazón de mujeres tan bellas!
  Al preguntarle sobre su vida, su respuesta fue amplia: “Mi nombre es Rosa Carmina Riverón Jiménez. Toda mi familia es de Oriente. Nací en Santa Clara, pero crecí en el reparto La Sierra, en Marianao, en Avenida Primera entre Cuarta y Sexta. Me recuerdo del barrio como un lugar lindo. A mis padres les encantaba la música. Mi mamá siempre andaba averiguando la fecha de cumpleaños de sus amigos para darles una fiesta, con esos tríos estupendos. Mi abuela acostumbraba a cantar décimas (…)” Más adelante narra sobre las clases de danza, piano y guitarra, así como su vínculo con el compositor Candito Ruíz, quien fue su profesor de canto y compartieron el espacio radial en RHC Cadena Azul llamado Rosa Carmina, el alma de la canción, con Candito Ruíz.
  Pensando en estudiar la carrera de Derecho conoce a Juan Orol queestaba en La Habana buscando una muchacha para protagonizar su próxima película llamada Una mujer del Oriente. Así viaja a México acompañada de su madre, en 1946, y tras culminar la filmación regresa a Cuba. Pero el director no se da por vencido, y la busca nuevamente para un siguiente proyecto, Tania, la bella salvaje. “A partir de ahí me establezco en México y nuestro binomio produjo alrededor de 40 largometrajes”. Sobre éstos y sus contenidos repletos de cotidianas historias trágicas explica: “Te aseguro que la ficción siempre quedó por debajo de la vida real (…) Esas películas, en verdad eran moralizantes, con un mensaje de decencia implícito, como Sandra, la mujer de fuego, La bandida, El infierno de los pobres, Hombres sin alma o Cabaret trágico. Precisamente, para esta Jorrín escribió un número titulado Los santos me protegen y lo monté con el ballet Los poseídos, de León Escobar (…) Después, siguió escribiéndome piezas para las películas: afros, cha cha chás, boleros…”
  Rosa Carmina culmina este ciclo fílmico con La sombra blanca, de 1964, y se aleja del cine hasta 1974, cuando reanuda su labor en México de noche, más otras cuatro películas hasta 1983, y en 1984 protagoniza el serial de TV La pasión de Isabela, donde revitalizaron el género de las rumberas, trabajando además en otras telenovelas a partir de los 80, y presentando el espectáculo unipersonal Rumba, poesía y canto, con un repertorio tomado de sus películas, así como poemas de José Martí y de Nicolás Guillén. Al respecto dijo: “Grabé un disco respaldada por piano y por instrumentos de percusión nuestros, y ahora, bajo la dirección de mi sobrino, monto El bolero de Rosa, un nuevo programa. He ido con mi recital por todo México, por los reclusorios, por los foros más diversos y lo he presentado dos veces en el Teatro de la Ciudad. Me gusta actuar frente al público. Aunque soy del cine. Soy rumbera, sin dudas.”
  En años recientes comentaron que Rosa se había casado y mudado a España, y según datos hallados en internet, aún en 2010 aparecía viviendo en Barcelona, y como apoderada de una empresa productora de medios televisivos, espectáculos y publicidad.
 
Ninón Sevilla, “la Venus dorada”

También en 1989 tuve la suerte de entrevistar a esta vedette, quien me recibió en su departamento de la Colonia del Valle, y con su desenfadada cubanía, imborrable tras décadas de estancia mexicanas, contó su vida, sus inicios y trayectoria, y que aquí reproduzco: “Todos me conocen por Ninón Sevilla, aunque me llamo Emelia Olimpia Castellanos. Nací en La Habana, en la calle Merced 24, esquina a Habana. Y crecí en la Avenida de las Misiones, en Monserrate entre Habana y Peña Pobre. Soy habanera por los cuatro costados. Mi padre era asturiano y tocaba la gaita. Un día se la estropeé echándole un jarro de agua. Mi madre era cubana. Íbamos a las romerías, a las zarzuelas. Mi abuela adoraba a las cupletistas y aprendía esas piezas, oyéndolas. Teníamos un fonógrafo, de madera, bonito, y discos de danzones, de Antonio María Romeu, del Trío Matamoros. Por la radio, oía la rumba. Y en los carnavales, al menor descuido, cuando pasaban las comparsas por el malecón, iba tras ellas, me escapaba arrollando y luego ganaba un castigo tremendo”. Pero, la familia se negaba a su vocación y tuvo que insistir, por su cuenta, yendo a concursos, estudiando canto como mejor pudo, hasta debutar en el cuerpo de baile de una compañía en el Teatro Martí, donde pronto fue solista, cantando y como pareja de Horacio, un bailarín. Y tomó el seudónimo de Ninón.
  “Al poco tiempo –añadió- me propusieron venir a México, con un contrato del Teatro Lírico (…) Me anunciaron como “La Reina del Trópico”. Mientras, debuté en el teatro Degollado de Guadalajara, con la compañía de Libertad Lamarque. Cantaba pregones, vestida de guaracheras (…) Al comienzo, seguí la línea de rumberas como Estela, la creadora de las maracas en la cintura, que viajó con Rita Montaner y Ernesto Lecuona. En verdad, en el teatro Martí asimilé desde la rumba de cajón hasta la música brasileña. Por supuesto, conocí a grandes rumberos en La Habana, porque si había una fiesta en mi barrio, allí me metía yo.”
  Sin dudas, es inabarcable la carrera de Ninón para sintetizarla en un breve espacio. En el Cine de Rumberas ella es un icono internacional, una verdadera super estrella, haciendo incluso sus propias coreografías, osadas y novedosas en shows y películas, la primera de las cuales fue Carita de cielo, de 1946, y le siguieron 23 cintas más hasta 1959, cuando cierra este ciclo con Música de ayer, para reiniciar su participación en este medio con Noche de carnaval, en 1981, por la cual ganó el Ariel a la Mejor Actriz del Año, principal premio otorgado cada año por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas a lo mejor del cine mexicano. Además, desde 1964 Ninón había trabajado en telenovelas, con gran éxito, sumando más de una docena, así como series, donde ha tenido papeles relevantes, incluso nonagenaria, con el ímpetu que siempre la caracterizó en sus presentaciones. Baste ver su papel como Doña Remedios, del melodrama Qué bonito amor, trasmitido por la televisión mexicana en 2013.
  Y si algo hay que agradecerle es haber traído a México a Dámaso Pérez Prado, un episodio que detalló en la entrevista citada: “Cuando oí el mambo lo incorporé pronto a mis películas y dos años después fui a La Habana y le propuse a Pérez Prado venir como arreglista. Aceptó y ya sabes su éxito posterior en este país. Luego traje a Yoyo Casteleiro y a la Orquesta América de Ninón Mondéjar. Conocí a Enrique Jorrín y entonces popularicé el cha cha chá, que desplazó al mambo.”
  Lamentablemente, el primero de enero de 2015 se supo del fallecimiento de la gran vedette en la Ciudad de México, con 93 años, y el pueblo que la adoptó como suya la despidió con homenajes, mientras su féretro estaba cubierto por una bandera cubana.
 
Rosita Fornés, la Vedette de América

Difícil tarea la de intentar resumir en pocos párrafos el historial artístico de la Fornés, una de las cubanas más famosas internacionalmente, ídolo de multitudes, sobre todo entre sus coterráneos de cualquier orilla, porque ella está por encima de cualquier comparación y, sin dudas, es la Vedette de Cuba y de América.
  Emociona verla, por ejemplo, en el homenaje que le concedieron durante el concierto Grandes divas cantan a Las Diego, celebrado en Miami en noviembre de 2012, casi nonagenaria, desfilando con mesura, distinción e impecable hermosura por aquel escenario, ovacionada delirantemente por ese Público fiel, integrado por tantos cubanos, los mismos de cualquier latitud, sus sempiternos admiradores desde hace cuatro o cinco generaciones. O alegra el día escucharla entrevistada en un programa televisivo en boga, un año después, contando su vida, risueña, afable y mostrando esa chispa histriónica que la ha situado como una artista inigualable, desde sus inicios adolescente en la Corte Suprema del Arte a las zarzuelas, operetas, comedias musicales, telenovelas, películas, en fin, en los miles de escenarios donde ha derramado con creces su talento.
  Curiosamente, si alguien en su juventud no tenía idea del término vedette era la Fornés. Hasta que un día, tras regresar de México donde había filmado El deseo, su primer largometraje en esta nación, un empresario la buscó en La Habana para encabezar una compañía de revistas internacional y le sugirió ser la figura principal, “la vedette”, a lo cual su familia preguntó algo confusa “¿sabe usted lo que propone?” Y aquél respondió: “Sí, vedette, que es un poco todo lo que ella hace, cantar, actuar, bailar…” Tuve la suerte de escuchar esa anécdota de parte de Rosita, en 1989, cuando la entrevisté para mi libro Cubanos en la música, y entonces puntualizó que no había imitado a nadie, ni tenía en quien apoyarse. “Por lo menos en aquel instante no conocía a otras figuras de ese tipo. Del cine admiraba a Judy Garland, como ahora admiro a Barbra Streisand, ejemplos de versatilidad. Tomé referencias de diferentes artistas y apreciaba mucho lo hecho por algunas con quienes trabajé bastante, entre ellas Libertad Lamarque. Después añadió sobre su formación en el trabajo diario:Yo estoy acostumbrada a trabajar desde muy joven a una velocidad increíble. Allí era la cosa comercial, una vorágine (…) ¡Vivías en el teatro! (…) Mirando hacia atrás, en verdad no tuve una adolescencia, ni una juventud como los demás. Disfruté de la fama y de mi trabajo, pero a cambio de olvidar bastante mi vida personal (…) Esa etapa me ayudó a adquirir una gran confianza en mí y a mantenerme siempre inconforme.”
  Y sobre su condición de vedette, entonces comentó: “Josephine Baker murió a los 69 años reconocida como la primera vedette de Francia y a nadie se le ocurrió cuestionarla. Será un problema de mentalidad social frente a las edades. Por otra parte, tampoco me preocupa demasiado decir: ‘Sí, yo sigo siendo una vedette’ No tengo tantas ganas de salir en un bataclán, ni de enseñar las piernas; tampoco lo considero físicamente imposible, por suerte. No obstante, sé que algunas personas, obsesionadas por los años, exclamarán: ‘¡Pero mira a esta mujer! ¿No le dará vergüenza?’ Creo también que ya nunca me podré quitar ese calificativo de vedette, pues me lo gané con mi esfuerzo. Y por último, hay una verdad: como siempre disfruté tanto todas las facetas de mi trabajo, que me ha hecho vivir y mantener la juventud de mi espíritu, mientras haga arte estaré feliz. No me importan los calificativos.” Y aunque han transcurrido 25 años de aquellas afirmaciones, y sin dudas hasta la inmortalidad, Rosita Fornés permanecerá en la memoria de todos sus fanáticos como la Vedette, con mayúsculas, como un regalo de Cuba para el mundo.
 
Juana Bacallao, “Juana La Cubana”

La última vez que la vi en La Habana, hará unos cinco años, Juana iba caminando contoneándose con sabrosura, subida sobre unos altos y exóticos zapatos de los llamados de plataforma y tapándose con una sombrilla multicolor, aunque no había sol, tal vez para cuidar su rutilante peluca. Iba por el Boulevard de San Rafael, y como una aparición fantasmagórica desapareció. Pregunté a algunos transeúntes sobre ella, pero nadie supo dónde se perdió de vista, en medio del clamor de muchos repitiendo a gritos su nombre.
  Vedette entre las vedettes, la show woman mayor, como la han definido a escala internacional, excéntrica, controversial, imaginativa como pocas y creadora de un estilo inigualable, Neris Amelia Martínez Salazar nace un 26 de mayo de 1925 en el populoso barrio habanero de Cayo Hueso, zona de solares, rumbas y gente brava. Al quedar huérfana desde pequeña enfrenta la miseria con trabajo, y como en un cuento de hadas increíble, muy joven es “descubierta” por el compositor y director de orquesta Obdulio Morales, nada menos que mientras ella, sirvienta por entonces, limpia unas escaleras cantando a viva voz. Corría 1951 y cuentan que el autor de la famosa guaracha-afro La culebrase detuvo para proponerle una prueba con vistas a integrar la producción El Milagro de Ochún, que musicalizaba para el Teatro Martí. Ahí empieza la leyenda de Juana Bacallao, un nombre creado por su mismo descubridor, que escribe para ella una pieza con ese título: Yo soy Juana Bacallao/Yo soy Juanita Bacallao/La negra que en el bembé/Salpica pa´ no mojar.
  Y como declarara a un diario de Barcelona a mediados de 2014, cuando la homenajean en el Festival Ron Varadero del Bolero: “El arte viene con la persona, yo cuando era chiquita me ponía a cantar, si mi padre viviera se moría, de ver las cosas que hago, es el desarrollo que te da la naturaleza, es la naturaleza la que manda y así me mandó. Esas son cosas de la vida, en la vida cada persona viene con su ángel bajo el brazo, y yo he sido y soy todavía una artista, la naturaleza dijo: ´no la pinte bonita, tírela así para que la gente se divierta.”
  Así, mucho más de medio siglo después, creándose y recreándose a sí misma, cantando y bailando a su modo, sin respetar ni letras, ni guiones, irreverente, auténtica, profesionalísima e impactante en cada presentación, con un sentido del humor desenfadado, Juana le ha dado la vuelta al mundo, triunfando en todo tipo de escenarios, compartiendo con éxito las tablas con figuras de renombre, y manteniéndose en cartelera en años recientes respaldada por su grupo musical Tiembla tierra, no sólo en Cuba, sino en otros países. Y aún octogenaria ha reiterado, cual mito inmortal, que “hay Juana para rato”. Así sea.
 
Una vedette de novela: Espiridiona Cenda, “Chiquita”

En 2008 el prestigioso premio Alfaguara de novela fue otorgado a la biografía imaginaria “Chiquita”, basada en la vida real de una vedette, la artista liliputiense Espiridiona Cenda. En entrevista publicada en el Diario Siglo XXI, el autor del libro, Antonio Orlando Rodríguez puntualizó que está inspirada en esta diminuta mujer, nacida en 1869 en Matanzas, Cuba, quien como adulta medía sólo 66 centímetros de estatura, y desarrolló una exitosa carrera como cantante y bailarina en Estados Unidos y distintos países de Europa.
  Sobre esta peculiar vedette aclaró el escritor:“realmente existió. Fue un personaje muy popular a finales del siglo XIX y principios del XX, aunque la popularidad la alcanzó en Estados Unidos, donde inició su carrera artística, porque en Cuba siempre fue un personaje de su casa. Hace cien años era enormemente conocida, tanto que el presidente de los Estados Unidos llegó a invitarla a la Casa Blanca. Pero hoy día nadie sabía nada acerca de ella. Como ocurre con tantas otras celebridades, el personaje había caído en el olvido. Chiquita llegó a mí para que yo la pusiera en circulación nuevamente.”
  A la pregunta de si “debió ser enormemente difícil vivir y triunfar en el mundo del espectáculo midiendo 26 pulgadas”, Rodríguez añadió: “Y además ser mujer. Eran muchos hándicaps. Ya de por sí medir tan sólo veintiséis pulgadas, quieras o no, te coloca en otra dimensión, en desventaja ante un mundo concebido para los ´gigantes´. Algo tan elemental como subir a una silla, entrar o salir de un automóvil, que no presenta para nosotros ningún problema, para estas personas se convierte en una proeza. A esto hay que sumarle un mundo donde los artistas liliputienses eran tratados de modo inhumano por los empresarios, que manejaban sus destinos como si fueran seres no racionales. En ese sentido, Chiquita siempre fue una excepción, porque ella tomó las riendas de su carrera. Era una mujer muy inteligente, muy independiente y nunca permitió que manejaran su vida.”
  Sobre el por qué la vedette Chiquita eligió para trabajar el cabaret y no el circo que, tradicionalmente, se ha asociado con este tipo de personas, concluyó su biógrafo: “En primer lugar, solían trabajar en los teatros, que estaban reservados para los liliputienses «más artistas», los que podían bailar o hacer ballet. Y en segundo lugar, estaban las ferias ambulantes o los circos. Como se ve, también había gradaciones entre los liliputienses. Incluso, algunos simplemente eran exhibidos como curiosidades, porque carecían de cualidades talentosas. Espiridiona Cenda entraba en la categoría de los que sí poseían habilidades artísticas.”
 
Y hay más vedettes por el mundo…

Entre las que han dejado alguna huella en la prensa, o a través de sus películas o grabaciones musicales, destacan algunas como Aidita Artigas, de quien aunque no encontramos mucha información escrita, sí pueden disfrutarse algunos materiales fílmicos que dan la medida de su versatilidad, como en los fragmentos de Qué suerte tiene el cubano, cinta de 1950 dirigida por Juan J. Martínez Casado y Raúl Medina, con actores de la talla de Candita Quintana o Enrique Arredondo, y donde interpreta Gracia para rumbear, Me voy para Nueva York y Qué rico mambo, o en Cuando las mujeres mandan, comedia de José González Prieto, de 1951, en la que canta y baila la samba Brasil y Te enseñaré cómo bailar un son, respaldada por la orquesta Havana Cuban Boys, de Armando Oréfiche y compartiendo elenco con importantes figuras de la farándula, como Tin Tan y Marcelo, Garrido y Piñeiro o Fela Jar, así como las vedettes Sandra y Emilita Dago.También, se dice que Artigas integró como cantante el popular Conjunto Casino en los 50. Con posterioridad, Artigas se radica en Venezuela, donde reaparece como actriz en varias telenovelas como Mi amada Beatriz, de 1987; y ya en Venevisión trabaja en Inés Duarte, secretaria, de 1990; Por amarte tanto, 1993; María Celeste, 1994 y Como tú, ninguna, 1995. Según señalan algunos medios de prensa Artigas fallece en Caracas entre el 2002 y 2003.
  Otra vedette de renombre es Blanquita Amaro, quien alcanza éxito no sólo en Cuba donde trabaja en la cinta Estampas habaneras o Chaflán en La Habana, de 1939/40, sino en México, participando en varios filmes, como Escándalo de estrellas, con Pedro Infante o Embrujo antillano, junto a María Antonieta Pons, en 1947, o desde ese año en Argentina, donde se establece, ganándose el corazón de los locales, en una notoria carrera en radio, teatros, centros nocturnos y cine, con una decena de filmes. Regresa a su isla natal hasta 1959, cuando se traslada a Panamá, donde crea con buen rating en TV El show de Blanquita Amaro, que prosigue a partir de 1968 en Miami, donde vive hasta su deceso en 2007.
  También triunfante por el Cono Sur cabe recordar a la habanera Amelia Graciela Vargas Ipaneca, quien llegó a la Argentina a mediados de los 40, tras participar en el filme Perilous holiday como bailarina, con Pat O’Brien. El Teatro Nacional de Buenos Aires la recibió para su debut como vedette en la exitosa revista Se acabó el jabón, y luego despegar allí en su carrera cinematográfica a partir de 1947 en Con el diablo en el cuerpo, de Carlos Hugo Christensen, para un año después contar con un  protagónico en La secta del trébol, dirigida por Mario Soffici, a lo cual le siguieron comedias como Arroz con leche y Cuando besa mi marido. A mediados de los 50 se relacionó con el cineasta Enrique Carreras, quien la convirtió en figura del sello General Belgrano, donde protagonizó con Alfredo Barbieri varias películas con cuadros musicales donde bailaba y cantaba mambo, rumba y cha cha chá.
  En 1960 filmó La procesión, que compitió representando a la Argentina en el Festival Internacional de Cine de Cannes y en 1964 participó en Cleopatra era Cándida, protagonizada por Niní Marshall y Juan Verdaguer. Así, entre 1946 y 1977 trabajó en más de 25 películas, además de liderar programas televisivos o musicales en teatros. Y en 2005 fue homenajeada, junto a las argentinas Mirtha Legrand, Amelia Bence y Elsa Daniel, por el Museo de Cine Porteño.
  Olga Chaviano es otra de las vedettes más cotizadas a partir de los años 40, con presentaciones en todo tipo de escenarios de la isla, así como de Venezuela, Estados Unidos, México y Centroamérica. Estrella de cabarets como Sans Soucí y Tropicana, en México trabaja con Cantinflas en El mago, de 1949, donde baila, casi al finalizar la cinta, como odalisca con el insigne cómico, en una escena inolvidable. Viviendo en Estados Unidos desde 1966 continúa su carrera, se dice que en pareja con su hijo Faustino Rothman. La hermosa Chaviano muere a los 78 años en Miami.
  Con una rica trayectoria desarrollada sobre todo en Cuba, y Premio Nacional de Humorismo de 2010, Natalia Herrera Díaz –nacida en 1937-, con sólo 14 años es seleccionada Estrella Naciente de La Corte Suprema del Arte. Triunfa en todos los escenarios, desde radio, televisión –fundadora en la isla-, teatros, o desde el bufo a musicales de toda índole, cabarets, o en giras internacionales por diversos países. A partir de 1981, en el Teatro Karl Marx trabaja en varias óperas-son, montadas por el Conjunto Nacional de Espectáculos liderado por Alejandro García “Virulo”, como Échale salsita, La Esclava o en El Bateus de Amadeus. Natalia, longeva vedette, se mantiene vigente en los medios cubanos, reconocida por su humorismo espontáneo, para el cual ha acuñado expresiones tan populares, usadas por muchos como ejemplo de un mal momento, al estilo de “Changó con conocimiento y Yemayá en puyas”.
  Tal vez haya quien no considere vedette a Manuela Cal, más conocida como Mimí Cal o por su personaje Luz María, “Nananina”, de la archiconocida Tremenda corte, que duró casi 20 años activa y de la que aún venden sus grabaciones en las calles de la Ciudad de México, o repiten sus episodios hasta el cansancio por algunas emisoras. Sin embargo, Mimí Cal trabaja desde su juventud como vedette en cabarets, donde según testimonios por esa época baila rumba como la mejor, y en teatros, incluso con la exigente Compañía de Ernesto Lecuona, además de ser la primera animadora del programa televisivo Detrás de la fachada, hasta 1957. Acuña una frase para la historia: “¡Luz María Nananina, aquí como todos los días!”. Había nacido con el siglo y Miami la despide para siempre en 1978.
  Así mismo, entre las vedettes de las que se tiene memoria está María Luisa Carballo Cortés, conocida como “Cuquita Carballo”, habanera nacida en 1922 y fallecida en Estados Unidos a los 85 años. Inicia su carrera en el circo Santos y Artigas, para participar después en varias películas, teatros, y cabarets, como el Mambú y el Sierra, así como en espacios de CMQ, entre otros, el Cabaret Regalías. Recorre con éxito múltiples países, como Argentina, Uruguay, Chile, Perú y Brasil. Otra artista notoria de este género es Vilma Valle, 1923/1998, quien debuta en la Corte Suprema del Arte, es una de las fundadoras de las famosas Mulatas de Fuego, y estelariza shows en Tropicana, llevando su arte a numerosas naciones, como Panamá, Argentina, Chile, Uruguay o Estados Unidos.
  Igualmente, otra vedette a recordar es Chelo Alonso, camagüeyana de nombre original Isabel García, quien destaca en principio como bailarina, al parecer clásica, en Cuba y luego en Francia, hasta que la captan en Italia como estrella exótica, dado su tremendo atractivo, para liderar taquilleros filmes del género péplum, o cine histórico de aventuras, ambientado sobre todo en ambientes greco romanos y luego en algunos westerns. Los críticos la denominan “el descubrimiento femenino del cine italiano en 1959” y en pocos años hace una veintena de cintas, hasta que se retira para vivir en la zona de la Toscana, donde según noticias se ha dedicado a su familia y a negocios de hotelería.
  Más conocida por el simpático personaje de Etelvina, del programa radial Alegrías de sobremesa, a Aurora Basnuevo también puede incluírsele dentro de las vedettes cubanas, dada su indiscutible versatilidad plasmada en una fructífera trayectoria en teatro, cine, cabarets, televisión y radio. Matancera, la “Mulatísima” nace en 1938 y hasta la actualidad se mantiene trabajando en Cuba, donde recibe el Premio Nacional de Humor 2004 y el de Radio 2009, aunque su talento no ha sido tan proyectado a escala internacional como, sin dudas, ha merecido. Igualmente, como vedette ha destacado Mirtha Medina, pero de ella tenemos su testimonio en la entrevista que aparece en la segunda parte de este volumen.
  Así mismo, hay rumberas ajenas al vedettismo, pero destacables como bailarinas exóticas, como Esther Valladares, quien continuó su carrera en República Dominicana y Estados Unidos, o Digna Zapata, también reconocida como declamadora, u otras folclóricas, como la legendaria Nieves Fresneda, cantora de liturgias afrocubanas, rumbas o pregones, y figura emblemática de los inicios del Conjunto Folclórico Nacional. O de esa misma agrupación, a Zenaida Armenteros, Cristobalina Arrieta, Silvina o Teresa Polledo, también bailarinas destacadas. Y entre las cantantes de esos géneros raigales se recuerda a Estela Rodríguez, hermana del Maestro Arsenio, famosa en la primera mitad del Siglo XX, o hay otras más actuales, como Inés María Carbonell, Dolores Benguela, Martha Galarraga, Dolores Pérez o Laura Díaz, partícipes en los diversos coros de clave y guaguancó, o en colectivos como Afrocuba o los Muñequitos de Matanzas, por citar algunos ejemplos.
  Por otra parte, México ha dado cabida no sólo a las estrellas más renombradas del Cine de las Rumberas, o a figuras de la talla de la Fornés, sino a otras vedettes que han hecho carreras notorias, como Angelita Castany, quien de niña trabaja para Lecuona, y más tarde en películas, televisión y cabarets, hasta venir a tierras aztecas en 1960 con el show Pachanga Chá, encabezado por Bola de Nieve. Radicada aquí desde esa fecha, Castany integra elencos de múltiples cintas y hace teatro durante más de medio siglo, hasta su retiro en 2009.
  Y aunque con una corta trayectoria, dada su muerte bastante joven a fines de los 60, Gigi Ambar, de nombre María del Carmen Rodríguez, canta, baila y participa en varios largometrajes, como El dengue del amor, de 1965, en cuyos créditos aparece como una de las danzantes de Patricia, la pegada composición de Pérez Prado. Según notas de prensa Gigi triunfa en La Habana en los más importantes cabarets, compartiendo con Olga Guillot, las D’Aida, Pacho Alonso, Celeste Mendoza o Gina León, y en 1960 es elegida como “Mejor cantante revisteril” por la prensa farandulera. Más tarde, arriba a México y se integra en shows nocturnos, teatros y cine, donde la anuncian como “La Voz del Trópico”, presentándose en Los Tulipanes, de Mérida, hasta que sus pasos se pierden entre tantos acontecimientos artísticos y un buen día algún diario anuncia su fallecimiento, sin muchos datos.
  Otra vedette de la época de oro del cine mexicano, de quien siempre halagaron su belleza como excepcional y sexy, es Lina Salomé, o Luz de Peña Matos Estévez, quien debuta en 1952 en Mi campeón, compartiendo créditos con Joaquín Pardavé y Niní Marshall, así como en La mentira, con Marga López, Gina Cabrera y Jorge Mistral, para participar en varios títulos más en este país, donde realiza su primer protagónico en 1957, en el drama Alma de acero, con Luis Aguilar y Víctor Parra.
  Y de las rumberas, con dotes vedettistas lanzadas a la fama a través de la filmografía de Juan Orol, la penúltima es Mary Esquivel, 1938/2007, quien debuta en Zonga, el ángel diabólico, en 1956, y cierra su ciclo con él dos años después con Tahimí, la hija del pescador, aunque continúa su labor fílmica con otros directores en más de una docena de cintas, en tanto el último “descubrimiento” del polémico cineasta y su esposa final, además, es Dinorah Judith, 1948/2005, quien hace Historia de un gangster, en 1969; El fantástico mundo de los hippies, de 1972 y Leyendas macabras de la colonia, en 1974.
  Así mismo, otra actriz cubana, la villaclareña Raquel Olmedo, 1937, ha desplegado una intensa labor en México, por la que puede catalogarse como vedette, pues abarca, actuando y cantando teatro, revistas musicales, televisión –con medio centenar de telenovelas- o cine, con más de una docena de títulos, y cuenta con una amplia discografía, desde su exitoso primer LD Mitad mujer, mitad gaviota, lanzado en 1977. En 2013 resultó ganadora del Premio TVyNovelas como mejor actriz de reparto por su personaje en Abismos de pasión.
  Por otra parte, la lista de vedettes crece en México, con la presencia de July del Río, quien en su natal isla trabaja en prestigiosos cabarets, como Sans Soucí y Tropicana, a cuyo elenco en el exilio se reintegra para retomar el rumbo, y viajar por Estados Unidos, Centro y Sudamérica, triunfante en Las Vegas, Japón y Europa, incorporándose además a telenovelas y a filmaciones, para ampliar el rango de sus actividades teatrales como coordinadora general, junto a Yolanda Zubiaga, del montaje de Aire frío, del autor cubano Virgilio Piñeira, por lo cual ambas reciben, de parte de la Unión de Críticos y Cronistas de Teatro, el premio Salvador Novo por Revelación en Escenografía e Iluminación 1985. Aún en plenitud escénica, la vedette anunció su retiro con un concierto donde colaboraron múltiples artistas, en el antiguo Copacabana de la Calle 8 de Miami, donde reside y conserva su figura estilizada, con gran porte.
  Y de las más recientes cabe citar a la exuberante Niurka Marcos, -La Habana,1967-, quien cursa varios años de estudios en la exigente Escuela Nacional Circense de Cuba, y trabaja casi adolescente en cabarets de la isla, deslumbrando por su éxito como bailarina, faceta que le gana un contrato en el Tropicana, de Mérida, Yucatán, en los 90. Tras su vínculo con el productor Juan Osorio, padre de uno de sus tres hijos, se incorpora a la televisión, donde actúa, canta, baila o conduce, desplegando sus dotes creativas, al igual que en revistas musicales, como su excelente montaje en 2005 de La canción de Rachel, basada en la novela de Miguel Barnet, sin dudas una de sus mejores demostraciones de que además de su imagen polémica, controversial y a menudo considerada excesiva, es muy talentosa.
  Finalmente, podemos nombrar a dos bellas cubanas, habaneras ambas, de las muchas talentosas, con triunfos en México: Lis Vega, nacida en 1977 y Aylín Mujica, en 1974. La primera cuenta con una sólida formación como bailarina, aspecto en el cual ha destacado en concursos de baile de la televisión nacional, así como actuando en varias telenovelas desde 2004, e incursionado sin mucho éxito en el canto. No obstante, su actuación en elvideo home Mi verdad, de 2004, que narra desde la óptica de Juan Osorio su relación y ruptura con Niurka, junto con el fuerte impacto provocado en sus admiradores al aparecer en la revista Playboy, rompiendo récords de venta, han marcado su trayectoria en años recientes. Aylín, por su parte, muestra una notable preparación en Cuba, pues estudia desde pequeña danza folklórica, ballet clásico, coreografía y música en la Escuela Nacional de Ballet, para ingresar posteriormente al Instituto Superior de Artes donde estudia arte dramático, así como en la Escuela Internacional de Cine, hasta que emigra desde 1992 a tierra azteca, para trabajar en numerosas telenovelas, conducir programas de variedades y resultar ganadora del Premio Tu Mundo, otorgado por Telemundo, en 2012, por su papel como Mejor Villana en la telenovela Corazón valiente, por el cual, igualmente, es nominada en similar categoría por los Premios PeopleEnEspañol.

 
 

Referencias sonoras y/o visuales
 
Rita Montaner canta El Manisero/ http://www.youtube.com/ watch?v=tCNMCcgVfXQ
 
Documental Cubano «Rita Montaner-Con todo mi Amor»/ http://www.youtube.com/ watch?v=_GkUBQPzed0
 
Rita Montaner, largometraje cubano “El romance del palmar”, 1938/ http://www.youtube.com/watch?v=cWqOkjbKNJ8 / Contó con la música de
 
Ernesto Lecuona, Gonzalo Roig, Gilberto Váldez, Moisés Simons e Ignacio Villa, así como con las Orquestas Habana Casino y la de Películas Cubanas, el Trío Pinareño y las Hermanas Álvarez. Como coprotagonistas femeninas, María de los Ángeles Santana y Alicia Rico. Una joya histórica a disfrutar.
 
Rita Montaner y Pérez Prado, México de mi encanto/ http://www.youtube.com/ watch?v=fYnY7K2a0xwhttp://www.youtube.com/watch?v=YgJm3rOY2Go
 
Amalia Aguilar y Benny Moré cantando y bailando Préstame tu caballo/ http://www.youtube.com/watch?v=2Xa36Le3Zvk
 
Amalia Aguilar en la Fundación Apogeo / http://www.youtube.com /watch?v=OyEvhqtcPg4
 
María de los Ángeles Santana, Te vas juventud/http://grooveshark.com /#!/search/song?q=Maria+de+los+Angeles+Santana
 
Nostalgia cubana. “La Santana siempre”, Televisión cubana/ http://www.youtube.com/watch?v=909gGbwZ-T0
 
Candita Batista Batista / http://es.jango.com/music/Candita+Batista?l=0
 
María Antonieta Pons canta y baila Suavecito, histórico son de Ignacio Piñeiro / http://www.youtube.com/watch?v=ZqhdUs4Op_E
 
María Antonieta Pons canta y baila Qué viva Changó, pieza antológica de Celina González y Reutilio/ http://www.youtube.com/watch?v=ujkHblCuRJQ
 
Rosa Carmina canta y baila un afro en “Cabaret trágico”/ http://www.youtube.com/watch?v=NdQ5q3a1dGk&index=3&list=PL0uRQjmr0OCUIAsYEtuIR0mPnrd0GK6y_
 
Rosa Carmina canta y baila Caramelito/http://www.youtube.com/watch?v=yxxpQ-aaWq8&index=15&list= PL0uRQjmr0OCUIAsYEtuIR0mPnrd0GK6y_
 
Ninón Sevilla canta y baila Sun sun babae, afro de Rogelio Martínez / http://www.youtube.com/watch?v=EDVtnREE5J8
 
Ninón Sevilla y Olga Guillot a dúo en “Yambaó” / http://www.youtube.com/watch?v=RJvP7bgrows
 
Ninón Sevilla cantando y bailando mambo, en “Píntame de colores”, con la Orquesta de Pérez Prado/ http://www.youtube.com/watch?v=XqH3AwDOCI0
 
Rosita Fornés / CALA / CNN en español, 8 de abril de 2013/ http://www.youtube.com/watch?v=dxCKrW-XI1w
 
Rosita Fornés y Armando Bianchi, selección de operetas / http://www.youtube.com/watch?v=wCUS8xSQDX8
 
Juana Bacallao ensayando con “Tiembla Tierra” / http://cubanerias.blogspot.mx/2010/06/la-tiembla-tierra-cubana-juana-bacallao.html
 
Documental sobre Juana Bacallao, de la TV Cubana/ http://www.youtube.com/watch?v=ozqhSJGVEqM
 
Aidita Artigas en Gracia para rumbear, del filme “Qué suerte tiene el cubano”, 1950/ http://www.youtube.com/watch?v=p_KpQOUa9CE
 
Blanquita Amaro canta y baila La guaracha de mi Cuba, 1950/ http://www.youtube.com/watch?v=AadClr_lleA
 
Olga Chaviano en filme “El mago”, 1949, protagonizada por Cantinflas/ Ver desde la hora y 20 minutos/ http://www.youtube.com/watch?v=qO9qZ2uQ3CE
 
Chelo Alonso/ http://www.peplumtv.com/2013/11/valley-of-doomed-dance-sequence-chelo.html
 
Aurora Basnuevo canta y baila Mozambique, con Pello el Afrokán/ http://www.youtube.com/watch?v=Ms-ZaaqH1w4
 
Raquel Olmedo canta Es mi vida / http://www.goear.com/listen/4819c03/es-mi-vida-raquel-olmedo
 
July del Río / http://www.youtube.com/watch?v=aHpO2JR0Jqk
 
Niurka y Tongolele frente a frente / http://www.youtube.com/watch?v=vYnTo7I8pzE
 
Lis Vega bailando mambo/ http://www.youtube.com/watch?v=6Q_Jztq9UxE**

 
 

Bibliografía
 
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http://havanainside.wordpress.com/2014/06/05/juana-bacallao-la-diosa-negra-de-cuba/
 
http://cubanosfamosos.com/mar%C3%AD-luisa-carballo-cort%C3%A9s
 
Sobre Amelia Vargas/http://www.ecured.cu/index.php/Amelita_Vargas
 
Sobre Amelia Vargas/ https://www.youtube.com/watch?v=MWBWcJkdceg
 
Datos de varias vedettes localizados en el Archivo del Museo de la Música “Odilio Urfé”, La Habana, Cuba

 

Con Ninón Sevilla y Rosa Carmina, 1989

Con Ninón Sevilla y Rosa Carmina, 1989

Mayra Martínez. Lic. en Periodismo, Universidad de La Habana. En noviembre de 2015 publicó en Estados Unidos, por E-Riginal Books/Amazon, el libro CUBA EN VOZ Y CANTO DE MUJER, que incluye una amplia investigación histórica, expuesta en cinco capítulos: ÉRASE LA MÚSICA EN VOCES DE MUJERES. Panorámica del Siglo XX; MÁS ALLÁ DE MIL FRONTERAS. La obra de Celia Cruz, La Lupe, Olga Guillot y Omara Portuondo; DETRÁS DE LA GUITARRA, LA VOZ. Desde María Teresa Vera a Sara González; VEDETTES CUBANAS, UNA ESTIRPE ESPECIAL Desde Rita Montaner a Espiridiona Cenda, y LAS VOCES MÁS ACTUALES. Más de lo nuevo.
  En la segunda parte de este libro se presentan extensas entrevistas biográficas con 17 cantantes y/o autoras, residentes en diversos países, con el fin de rescatar, organizar y brindarle a los interesados una visión panorámica del devenir sonoro en voces y composición de cubanas: Ela Calvo, Gina León, Ela O´Farrill, Concha Valdés Miranda, Teresa García Caturla, Lourdes Torres, Las Diego, Annia Linares, Beatriz Márquez, Mirtha Medina, Anaís Abreu, Albita Rodríguez, Farah María, Alina Sánchez, Argelia Fragoso, Maggie Carles y Tanya.
  Cuenta con el blog www.mayraamartinezcubanmusicbooks.wordpress y tuvo por varios años un portal promocional sobre turismo internacional, http://www.gsviviendoelturismo.mx
  En 1993 publicó en Cuba y España, por la Editorial Letras Cubanas, el libro CUBANOS EN LA MÚSICA, volumen que compiló entrevistas biográficas de 41 figuras de diversos géneros de la música popular, seleccionadas de más de 200 realizadas durante sus 15 años de trabajo cubriendo la especialidad en el mensuario del Ministerio de Cultura. En 2016, en la Feria del Libro de La Habana, se hizo el lanzamiento de una versión actualizada de CUBANOS EN LA MÚSICA, por la Editorial de la Unión Nacional de Escritores y Artistas. Dicho libro ha servido como fuente bibliográfica a múltiples investigadores, pues algunos de los personajes sólo fueron entrevistados de manera detallada para ese proyecto.
  Fue coautora del libro SARA GONZÁLEZ, CON APUROS Y PACIENCIA, publicado en 2014 por Editorial Bagua, en España.
  En Cuba, en los 80, paralelamente a su labor periodística, fue Representante Publicitaria y Manager de varias agrupaciones, como Sierra Maestra, Adalberto Álvarez y su Son, y la cantante Mayra Caridad Valdés.
  A partir de 1991 se estableció en México, DF, y durante años trabajó como Editora de revistas, entre otras, “México desconocido”, “Acero Steel”, “Obras/Editorial Expansión” “Grand Style´s. Viviendo el turismo”, así como Correctora de Estilo, Redactora, Fotógrafa, Reportera o Asesora de diversas publicaciones y agencias de prensa.
  También, ha contado con una amplia labor en el ámbito fotográfico, y en 1985 recibió el Grand Prix del Concurso Fotográfico Internacional convocado por Polonia para celebrar el Festival de la Juventud a escala mundial. Y al siguiente año ganó la Medalla de Bronce en el XXII Salón Internacional de Zagreb, Yugoslavia. Además, recibió premios en Cuba, donde montó exposiciones personales, así como en Canadá, México y Ecuador, y participó en muestras colectivas en España, Italia, URSS, México, Francia, Estados Unidos, Vietnam, India, Kampuchea, Laos, Mongolia, Brasil, Pakistán, Cuba y otros países. Así mismo, fue Subdirectora de la revista cubana de fotografía, FotoTécnica, donde desarrolló una amplia labor de investigación sobre el tema.

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Un comentario el “Vedettes cubanas, una estirpe especial

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Esta entrada fue publicada el 17/12/2016 por en Ensayo.