Reseña sobre la puesta en escena de la obra: En ningún lugar del mundo, de Abel González Melo, y dirigida por Mario Ernesto Sánchez, durante el 33 Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami.
Para la paz espiritual de un país no basta con el simple olvido. Las naciones necesitan reconciliarse con su historia, sacar a la luz todo el odio que llevó a sus hijos a enfrentarse entre sí, trayendo como consecuencia el dolor de la separación, con un prolongado exilio.
Cuando en la obra presentada por Teatro Avante, En ningún lugar del mundo, de Abel González Melo, el personaje que regresa a Cuba después de 38 años, dice: «No basta apagar el fuego para salvar la madera lastimada», alude a esa necesidad. La obra se aventura en un tema sensible a la comunidad de Miami, quien más ha padecido el peso de esta historia, el desgarramiento familiar que ha provocado en un país la dictadura más extensa del hemisferio occidental. El autor intenta eludir el panfleto, los parlamentos se llevan a cabo acentuando las calamidades cotidianas, como suelen hacer ese tipo de cubanos corrientes, que vivieron una vez ese sueño, convertido en pesadilla, de una fe irracional en un proyecto de gobierno, que fracasó. El regreso de un exiliado del Mariel, vuelve a sacar todos los fantasmas del odio que aún persisten, y es en ese clímax, donde cobra fuerza la pieza, donde las ideas enfrentadas entre víctimas y victimarios de una misma familia, hacen recuento de ese pasado de trágicas consecuencias. Algo que me gusta del guión, son las motivaciones del regreso, el vínculo mantenido con una sobrina, a la que ayuda en secreto. El amor más grande que el odio, como un amuleto salvador. La esperanza de sanación se evidencia en forma sutil, a través de una generación ajena al enfrentamiento ideológico de sus padres, anhelando constantemente una transformación y culpando a quienes eligieron por ella un futuro devenido en nefasto presente. La frase última, en boca del joven nacido en Miami, y que no he de repetir, para no contar el final, le dan un toque filosófico a la trama, que trasciende la realidad nacional.
Me parece un acierto que la obra tenga un solo acto, ya que no se rompe de esta forma la carga dramática y el ritmo conseguido, para atrapar al espectador. La escenografía funcional cumple su objetivo, la obra se desarrolla en el comedor, con escenas definitorias, sentados a la mesa, símbolo de la unidad familiar. La música de Mikel Porcel es una sensible y exquisita melodía que armoniza con la ambientación. Los actores son el gran sostén del montaje, logrando dar credibilidad a difíciles parlamentos, con sus excelentes actuaciones, y si se hace necesario algún adjetivo individual, he de destacar la naturalidad de Alina Interián, la fuerza expresiva de Gerardo Riverón, la intensidad emocional de Julio Rodríguez, y el dinamismo y destreza actoral de los jóvenes Yanil Martín y Ariel Texidó.
En ningún lugar del mundo, es una puesta que ayuda a la reflexión, que se disfruta a la vez que evoca recuerdos cercanos, y para todo el que no sea cubano, es también asomarse a una arista importante de la historia en Latinoamérica, continente en el que Cuba ha tenido una marcada influencia. La recomiendo, en fin, para todo el que gusta del buen teatro, 90 minutos que disfrutarán, y se agradecen además a su director, Mario Ernesto Sánchez.
Fotos: Asela Torres
Rodolfo Martínez Sotomayor
(Foto: cortesía del autor)
Rodolfo Martínez Sotomayor (La Habana, 1966). Ha publicado los libros Contrastes (La Torre de Papel, 1996), Claustrofobia y otros encierros (Ediciones Universal, 2005), la compilación de textos Palabras por un joven suicida: homenaje al escritor Juan Francisco Pulido (Editorial Silueta, 2006), Tres dramaturgos, tres generaciones (Editorial Silueta, 2012) y la novela Retrato de Nubia (Editorial Silueta, 2017). Cuentos suyos han sido incluidos en recopilaciones y antologías como Nuevos narradores cubanos (Siruela, 2001), traducido al francés por Edition Metalie, al alemán por Verlag, y al finés por la editorial Like, Cuentos desde Miami (Editorial Poliedro, 2004), La isla errante (Editorial Orizons, 2011), Cuentistas del PEN (Alejandría, 2011), Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Ediciones Universal, 2001). Su cuento Encuentro fue traducido al húngaro por la revista Magyar. Algunos de sus poemas aparecen en las recopilaciones Poetas del PEN (Ediciones Universal, 2007), La tertulia (Iduna, 2008), y La ciudad de la unidad posible (Editorial Ultramar, 2009), traducida al inglés por la misma editorial. Ha publicado críticas de cine, de literatura, de teatro, artículos de opinión en revistas y periódicos como: Diario Las Américas, Encuentro, El Nuevo Herald, El Universal. Fundador y Presidente de la Editorial Silueta; Director de la revista Conexos.