nocturno del hueco
dame tu mano congelada
tu frío horizontal quebrándose
la puerta donde dejamos los conejos
dame tu mano congelada y tu leche rancia
tu leche rancia en tu mano congelada
no, mejor no me la des
volvamos donde los conejos
tiremos la puerta
quebremos su paz
recordemos
cantemos
cantémosle a ellos
sobre ellos
trepados a su miedo
tapando nuestros miedos
pidámosles perdón
perdonemos
perdonémonos
¿me perdonás?
te perdono
yo me tomo tu sed dijiste un día
eras tan chiquito que en tus dientes había pesadillas
y ellas crecían
yo me tomo tu sed dijiste un día
mientras yo juntaba esos dientes y los llevaba de paseo
eran perros
yo los sujetaba pero ellos mordían
hacían cavidades en mis mejillas y luego corrían
yo los seguía pero solo llegaba a tocarles el ladrido
anotaba su sed
hasta que vos llegabas con el agua
pero en mi boca no había puertas
¿te referías a mi sed
a esa hambre de madre de la hija sin madre?
¿cuánto dura una madre?
¿cuánto dura una madre con hambre?
¿qué le pasa a la boca cuando le falta una madre?
¿se seca o se desplaza hacia su hambre?
Yo me tomo tu sed puede decirle un hijo a su madre
¿qué sed?
¿de quién la sed?
Como si mi leche no fuera suficiente
Como si mi leche no fuera
¿es mi leche?
¿es suficiente?
¿es mía?
¿la querés?
¿la tomás o te recordás tomándola?
¿cómo se llega a los bordes de la infancia?
¿qué bote, qué pies, qué tren nos desplazan?
¿qué luz qué voz qué animal se queda afuera
para que podamos habitarla?
Cuando me dijiste “mami, a veces la voz se va hunting”
fue tu forma de encontrar las palabras que yo buscaba en silencio
tu forma de decirme que ahora podía bajar los brazos
que solo estábamos vos y yo
tu voz y mi voz
sin la manada
que podíamos tirarnos abrazados
esperá haceme un hueco en el nocturno de tu pecho
dame tu mano y
el agua en la que mueren los conejos
¿los oís?
¿los oís caer de espaldas en el agua?
¿oís el deseo de su huida hacia el bosque?
menos la huida, menos el bosque
solo ese ruido del agua en movimiento
y el hueco mudo en su elefante
como un niño en la lluvia todavía
y su hermosura suficiente para el tiempo
¿cuánto dura un niño?
¿cuánto dura un niño en un poema?
¿cuánto dura el niño que cae en el agua de este poema con hambre?
cuatro hipótesis inútiles para asediar la identidad
1
¿y si la inmortalidad fuera solo una luz que espera
un momento para deformar el río
una pausa en el resplandor
que la madre lleva
esa agua quieta en la mano
y la cara de una niña
a punto de saciarse?
2
¿y si el lenguaje fuera solo desasosiego del cuerpo,
la forma hablada en que la mano
rechaza la utilidad de su brazo?
ayer no supimos qué hacer con nuestros cuerpos
con su utilidad promiscua
una cama es un tiempo para hablarnos
“no me sueltes” dijiste
como repito yo
cuando acariciás mi vientre
ese tren dudoso que para en las montañas
buscando pasajeros
3
¿y si lenguaje fuera bajar por ese río deformado
con la niña adentro
Y si en ese río reposara no su cara
sino su sed
el desasosiego de la boca cuando mira
y su utilidad se confundiera con el agua
y no hubiera rechazo
y si sistemática la mano se posara en el vientre
y del otro lado se confundiera esa mano
con la pausa que hay en la quietud del abrazo
y si entonces te confundieras vos conmigo
quién sería yo en este poema?
4
¿y si el lenguaje no fuera sino el simulacro de esta pregunta
esta nostalgia que crece entre nosotros como un vientre?
umbral
es un mimo una desazón en el cuerpo
él escucha la ira lo que deshace el poema
abajo los tiempos pasan pero no se bifurcan
la soledad es un piso suave
es un piso suave la soledad
hay que pisarla
dejar que el pez haga frío que caiga
que entregue su dureza a las sábanas
que la lengua se amarre a su celo
y la oración que haya en el gesto se relaje
que el dolor no sea rezo sea roce
que sea roce el dolor en un piso suave
sea verso
que ate los labios con hambre
que empuje hacia arriba
con piernas
que van hacia otra parte
un olvido definitivo es otra parte
un lugar es más no es otra parte
una puerta
los hijos que entran a la madre
el pan que pasa bajo el brazo
esa paz
nada que hacer con el umbral
más que comenzarlo
colocarle en el adentro aquellos pasos
lo que soy
papá dice que soy una yegua
“sos una yegua”
y cuando lo dice parece que le crecen como verdad los labios
“me moriré sacándome yeguas” digo yo
que soy n-yeguas
papá piensa que tiene razón
“tengo razón”
lo piensa con esos huevos llegados de la rabia que lleva en sus ojos
los míos son como los de mamá
en la cédula le pusieron “tez trigueña” y la que se armó
mamá parece que fue otra yegua
“era una yegua” dice
papá dice que si soy menos yegua es porque quiero algo
y la verdad es que es cierto
siempre que quiero algo me saco una yegua
espero que cuando sea vieja se me acaben las yeguas
pero las imagino volviendo
y a mí estirando las manos llenas de pasto
puntas básicas
en el amor hay puntas básicas
hay puntas posibles
y no hay puntas
hay por ejemplo la pierna que se ve por primera vez
así como hay los ojos que la ven moverse por primera vez
hay puertas que se cierran
porque las queremos abrir
y hay un abrir posible en ciertas puertas
hay las manos aprendiendo el roce de los cuerpos
y hay respuestas rotas en el cuerpo
hay una cierta militancia de las puntas
y hay no puntas
pesadas como puertas
hay un centro del amor
y hay una separación en ese centro
hay los pájaros idos
los nudos
calientes en sus nidos
también el frío
todo lo que espera el amor es un tiempo para crecer y anidar
como cuando decís mi nombre y el cuerpo se pone filoso en las puntas
y me abro en las puertas
y hago varios recorridos hasta llegar a vos
a tu voz
a su pregunta
en un agua salada yo tocaba tu punta
una persona y otra
no son sus puntas
ni sus puertas
son la quietud y el movimiento
del agua en la única flor
erecta en la mesa
Estos poemas pertenecen al libro inédito, De los peces la sed, de pronta publicación por la editorial Pandora Lobo Estepario.
Silvia Goldman
(Foto: cortesía de la autora)
Silvia Goldman es poeta, docente e investigadora. Es doctora en Estudios hispánicos por la Universidad de Brown y enseña en la universidad de DePaul. Poemas y artículos académicos suyos han sido publicados en revistas literarias de Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. En el 2008 publicó su primer libro de poemas Cinco movimientos del llanto (Ediciones de Hermes Criollo). En el 2016, la editorial Cardboardhouse Press publicó la selección de pomeas No-one Rises Indifferent to Sorrow, traducida al inglés por Charlotte Whittle.
Gracias Conexos por traernos una nueva voz. Los últimos tres poemas me han gustado mucho.