Transeúnte
Sujétese a este saco de sangre;
a este lapsus imprevisto.
Acurrúquese en esa esquina
de evidentes siluetas
donde hoy se amontonaron
los átomos del óxido.
Gástese en ese empeño,
Como un beso sacado de una carta.
Cruje el azul almidonado de la isla, sujétese:
Antes que el rojo salpique con aplausos
su inocente semblante de muchacho.
Desconocidos, inagotables,
anduvieron flotando los cadáveres
que luego alguien fue enumerando
sobre la arena.
Pero sujétese.
Mencione el recuerdo fácil de ese nombre;
su púrpura, su máscara invencible.
Mírese de reojo
en el reflejo de algún charco,
donde la muerte ensaye su único futuro.
Es urgente, sujétese;
de esta ecuación que es casi un epitafio.
Como único término de la salvación;
sujétese a esta cuerda:
Sígame ahora por este laberinto.
Aguja
Enhebrar una aguja.
Contemplar ese estambre interminable.
Viajar desde su tope hasta su punta.
Pasar por el desierto de su único ojo.
Viajar en un avión por su canal.
Observar desde el asta los hilos que se ocultan.
Resucitar con ella entre las llamas.
Estacionarme justo en la ranura;
morada, entre el botón y el falso zipper.
Peinar las nuevas telas, como pelos.
Palpar esa flacura entre mis dedos.
Coser con ella cuando se deprime.
Ayudarla a zanjar grandes ojetes.
Zurcir aquella boca que difama.
Enrolarse una noche para
siempre
en una marcha ciega, martillante,
que sobrevive más allá del tiempo.
Tigre
El tigre entrará.
Destrozará de un tajo el corazón.
Cazará a los mandriles
como si fueran tiernos perezosos.
Un juego peligroso de establecerá
entre la indómita lengua y el zarpazo.
Este animal seducido y olvidado,
sacudirá todo el polvo
que ha caído en su lomo.
Entrará. Cundirá el pánico; las calamidades.
La esperanza andará flotante o muerta,
al final del reducto.
Será en extremo una bestia rencorosa;
con toda esa locura de la selva y del circo.
De seguro entrará.
Primero como un manojo de esplendor,
como un gatito dulce:
Pero después atacará con saña.
Sus ojos fabricados de medallas,
nos llenarán de luto.
Nos teñirán de sangre.
Rodrigo de la Luz
(Foto: cortesía del autor)
Rodrigo de la Luz (1969), poeta y artista cubano. Llegó a Miami en 1998. Ha publicado los poemarios: Mujer de invierno (2012), Poesía viva (2008), Mío mundo (2010), y La luz que se prolonga (Editorial Ultramar, 2012). Poemas suyos aparecen en la recopilación La ciudad de la unidad posible: Selección poética de Miami (2009) y en The City of Possible Unity: A Miami Poetry Collection (Editorial Ultramar, 2011).