Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Cuando la gente muere y otros poemas

EDUARDO MESA

 
CUANDO LA GENTE MUERE
los detalles,
dejan de ser “detalles”,
se convierten,
en una puerta que se agranda
y entras a aquellas cosas
que olvidaste,
y hay una cerradura
que no cierra,
que no quiere cerrar
de ningún modo.
 
Cuando la gente muere,
los detalles
dispersos, inservibles,
regresan de otra forma
y algo sacramental
revive en ellos.
 
Solo quiero decir que no pensé,
nunca,
que los detalles,
se harían tan importantes
con la muerte.
 
 
 
HAY UN HOMBRE QUE SIENTE
desdén por las hormigas,
insectos que no temen al peso de la luna,
y se resisten a las fumigaciones,
y a las lenguas armadas de ventosas,
y cualquier paladar de ácido fórmico.
 
Las hormigas que ahora le repugnan
un día serán las dueñas de su boca,
se comerán despacio sus amígdalas,
degustarán sus ojos lentamente,
sin rabia,
sin pasión, como un encargo
que no ha de detenerse ante el desprecio,
ante esa vanidad que le han vendido
los hábiles tratantes del mercado.
 
Hay un hombre que siente
desdén por las hormigas,
compañeras leales de la muerte,
oficiantes del tiempo y sus despojos.
 
 
 
EL HÉROE PINTA TECHOS DE ONCE A SEIS,
termina con los sueños
cansados
y respira
el aire de la playa,
luego busca la luz de los semáforos
que han de llevarlo a la gasolinera
donde ocupa la vida hasta muy tarde.
 
El héroe se hace fuerte en su silencio
y quiere estar en casa con los suyos,
dormir con su mujer,
sacar el perro;
no hay un muro que tenga
la placa con su nombre,
pero sus hijos llegan de la escuela,
se beben una taza de leche con cereales,
completan los deberes,
miran algo,
en la tarde que asiste a otro crepúsculo,
de hombres libres que entonan sus plegarias.
 
 
 
YO ESCRIBĺA POEMAS EN LA TARDE
cuando el sol juega con el humo en vano
y el calor me secaba esas palabras
que siempre quedan húmedas y ajenas
a la verdad que llega en el silencio.
 
Yo escribía poemas e ignoraba
que esos atardeceres
cada día de Dios se acortarían,
y ahora escribo poemas cuando puedo,
y a veces nada escribo
porque prefiero disfrutar el cielo,
el sol,
la luz,
el humo.
 
 
 
LO QUE QUIERAS DE MÍ
dímelo pronto
porque no entiendo estos silencios tuyos,
porque hay hombres que saben
pelear con tu silencio
o escuchar lo que dices cuando callas,
pero yo tengo dudas
laberintos
que condensan mi sangre y me detienen.
 
Hoy me abandono en Ti
y cada gesto
de la vida que doy
está en tus manos.
 
Ayúdame en la hora presente de mi vida,
vida de sombra y fruto que completa
llegue libre ante Ti,
mi Dios
cuando anochezca.
 

Eduardo Mesa
(foto tomada de Facebook)


 

Eduardo Mesa (La Habana, 1969). Ha publicado El bronce vale y otras crónicas (Editorial Silueta, 2011); coautor de la compilación Homenaje a Pedro Claro Meurice Estiú (Editorial Silueta, 2012) y Cuaderno para el viaje (Editorial Silueta, 2017). Fue fundador de la revista Espacios, dedicada a promover la participación social del laico. Coordinó la revista Justicia y Paz, Órgano Oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia. Formó parte de los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium. Ganador de los premios de poesía Ada Elba Pérez y Juan Francisco Manzano. Ha colaborado con las revistas Convivencia y Conexos. Edita el blog Fe de Vida, donde trata temas relacionados con la fe, la sociedad y la cultura. Tiene en proceso de edición el libro “Crónicas de una fe”.

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Esta entrada fue publicada el 07/02/2021 por en Poesía.
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