La violencia contra la mujer no se circunscribe a un país, religión, cultura o a nivel social determinado. Es un hecho que tampoco es el resultado de la dependencia a las drogas o el abuso del alcohol. A pesar de múltiples estudios, los intentos de concientizar a la sociedad y hasta legislaciones a nivel internacional, nacional y local, los abusos dentro del seno de muchas familias siguen sucediéndose sin que parezca que se puede lograr una solución efectiva. A diferencia de otros crímenes causados por extraños, el atropello y la agresión intrafamiliar es un hecho que ocurre detrás de la fachada del hogar, en el lugar que debiera constituir un refugio indiscutible. Además, el agresor es un miembro de la familia. La violencia doméstica constituye uno de los flagelos sociales más difíciles de erradicar. Esta compleja problemática levanta pasiones contradictorias, la sociedad, en muchos de los casos, mira hacia otro lado y se resiste a darle la importancia que tiene. Este tema todavía es considerado un tabú social y cultural el cual, se prefiere ignorar o minimizar. Jacqueline Cruz protesta que: “A pesar de la creciente concientización en torno al problema, los-las-jueces siguen condenando a los maltratadores y asesinos a penas mínimas de cárcel, y los medios de comunicación siguen describiendo muchos de estos asesinatos como ‘crímenes pasionales’” (67). El maltrato doméstico tiene un fuerte trasfondo familiar y sociocultural, es por eso por lo que factores como el machismo y los papeles tradicionales otorgados a hombres y mujeres juegan un papel muy importante a la hora de analizar el problema.
Al mismo tiempo, como todas las experiencias humanas y problemáticas sociales, también la violencia intrafamiliar ha inspirado a muchos artistas, los cuales han retratado los hechos en pinturas, esculturas, obras literarias y teatrales. De igual manera el cine, como expresión artística moderna, también se ha hecho eco del tema de la violencia doméstica. En la historia del cine se han realizado películas como Divorcio a la italiana (Italia, 1961), El color púrpura (1985), No sin mi hija (1990), Durmiendo con el enemigo (1991) y Nunca más (2002); la mayoría filmadas en Estados Unidos. Por su parte, en el cine latinoamericano se han producido películas como Antigua vida mía (Argentina, 2002) Cicatrices (México, 2005), Ella se lo buscó (Argentina, 2012) Estoy viva… Lo voy a contar (Cuba, 2016). Llama la atención que todos estos filmes latinoamericanos, con un profundo compromiso de denuncia y concientización, han surgido en el siglo XXI. El cine español no es una excepción y cuenta con películas que abordan el tema como son: Amores que matan (2000), María, la portuguesa (2001), Solo mía (2001) y Te doy mis ojos (2003) Defensa de dama (2003), Por nada (2009), Mamá, duérmete que yo vigilo (2012) y Mujeres sobrevivientes (2012), entre los más destacadas. No obstante, Cruz plantea que “sorprende que, a pesar de la magnitud del problema de la violencia de género en la España actual y de su protagonismo en los medios de comunicación, muy pocas obras artísticas lo aborden frontalmente” (67). para luego, hablando específicamente del cine, asegura que “El cine español ha tendido generalmente a frivolizar, cuando no negar o -aún peor- a legitimar la violencia de género” (68). En este trabajo me propongo analizar cómo se presenta la violencia doméstica en dos películas españolas: Solo mía (2001) y Te doy mis ojos (2003) la comparación será en cuanto a la dirección, la fecha en que salió la película, el nivel de violencia, el perfil tanto del abusador como de la víctima; así como el papel que juegan las personas del círculo cercano en una familia que sufre este mal el cual, para concluir si ambas producciones cumplen o no los objetivos con los que fueron creadas.
Solo mía es una película española de 2001, dirigida por Javier Balaguer y protagonizada por Paz Vega y Sergi López. El filme usa el recurso del flashback para contar una historia donde lo que parecía ser un cuento de hadas se convierte en una pesadilla. La película comienza con una escena en blanco y negro, donde una mujer iracunda tortura a un hombre maniatado en una silla. Luego comprenderemos que son Ángela y Joaquín. Las escenas en blanco y negro se irán sucediendo a lo largo del filme, alternándose con la historia en orden cronológico. En Solo mía, Balaguer narra la dramática historia de Joaquín y Ángela. La pareja se conoce en la recepción de una oficina donde una inocente Ángela es la secretaria. Joaquín es todo un galán conquistador que entre sonrisas y galanterías conquista el corazón de la joven oficinista. El coqueteo termina pronto en matrimonio y la joven pareja se establece constituyendo un nuevo hogar. Ángela sale embarazada enseguida, para la dicha de ambos. Todo parece ir de maravillas hasta que un día, mientras miran una película en el cine, Joaquín hace comentarios que dan a la esposa un aviso del carácter machista de su marido. Poco después de una cena en casa de la madre de la muchacha, comienzan las discusiones porque la joven no desea abandonar su trabajo por estar embarazada. Hasta este momento, la actitud de la madre de Ángela es conservadora y se encuentra encandilada por las aparentes cualidades y la amabilidad de su yerno. Por otra parte, la familia de Joaquín nunca aparece en el film. Poco a poco se suceden escenas donde cada vez más Joaquín deja ver su carácter irascible y sus arranques de violencia, pero él siempre termina pidiendo disculpas y achacándole su mal carácter y estallidos al exceso de trabajo. Por su parte, Ángela continúa su embarazo, pero no ha logrado dejar el vicio de fumar. Joaquín la descubre y ocurre la primera agresión física. La joven, herida en lo más profundo, se refugia con su madre, pero la madre de Ángela no está dispuesta a permitirle a su hija que deshaga su matrimonio y le dice: “tu marido es una buena persona… olvidado, [el bofetón], hay que pensar en el futuro. Este niño necesita un padre. Ya lo verás. Dentro de unos días todo olvidado. Ni te acordarás” (Solo mía). Pero no es así. Joaquín no solo maltrata a su esposa repetidamente, sino que también es indolente ante el nacimiento y posterior cuidado de su hija. Los abusos se suceden con los consecuentes arrepentimientos y pedidos de perdón. Sánchez Hernández explica que “El filme está inundado de planos y frases significativas, donde el carácter del maltratador es cada vez más violento, posesivo, provocador, insensible y humillante” (744). Luego de una fiesta de aniversario de bodas, Joaquín viola a Ángela, la cual queda embarazada. Todo parece indicar que Ángela se decide por un aborto. Esta vez la joven busca refugio en la casa de su hermano. Al venir Joaquín a reclamar sus derechos sobre ella, el hermano de Ángela lo enfrenta y lo fuerza a marcharse. Luego de ser efectivo el divorcio, Joaquín acosa a Angela sin descanso. En otro momento, Joaquín se lleva a la niña del Centro de cuidado infantil sin el permiso de Ángela. Al fin devuelve a la pequeña a la casa, pero aprovecha que la puerta queda abierta, entra y nuevamente maltrata y viola a su ahora exmujer. Después de analizar sus opciones, Ángela decide hablar con Joaquín y tratar de llegar a un acuerdo con él. Con reservas, su amiga Andrea la lleva hasta la casa del abusador, preguntándole reiteradamente si está segura del paso que va a dar. Ángela le ofrece un pacto a Joaquín: si el acepta entregar todos sus bienes en una especie de testamento vivo a favor de su hija, ella promete regresar con él. En una tensa escena donde las caricias de Joaquín solo provocan en la muchacha una angustiosa expresión de repudio, Ángela termina por golpear a su exmarido con lo primero que encuentra a la mano. Las dos historias que hasta este momento se han sucedido de manera alternada, confluyen en una. Ángela termina maniatando a Joaquín, pero este logra escapar, invirtiéndose los papeles. Finalmente, cuando parece que han llegado a un entendimiento, esta vez con Ángela amarrada a la silla, Andrea regresa por su amiga y, al no comprender lo que está pasando, toma la pistola que está en el suelo. Luego de un forcejeo se escucha un disparo, se ven pasos precipitados por los pasillos de un hospital y la película cierra con un Joaquín inútil sentado en una silla de ruedas en un centro de salud y Ángela que se aleja con dos niños. Por la conversación final que Ángela sostiene con su hija Martha, el espectador puede suponer que ella ha rehecho su vida con otro hombre.
Javier Balaguer confiesa que para el guion de Solo mía se inspiró en un hecho real, “a 1997 press report about a woman killed by her partner” (Wheeler 463). Además, el director y su equipo habilitaron una página en el internet dándole la oportunidad a mujeres víctimas de violencia doméstica de compartir sus historias. Las mujeres debían responder ciertas preguntas como: “¿Controla habitualmente mi tiempo? ¿Es celoso y posesivo? ¿Me acusa de ser infiel o coquetear? ¿Rompe y destruye objetos de valor sentimental, me amenaza, me agrede, me fuerza a mantener relaciones sexuales?” (Galaz 1). Todo ese material testimonial le sirvió de base para la realización del guión. Por su parte, Paz Vega, la actriz protagónica, antes de comenzar a rodar esta película, vivió en una casa de recuperación para conocer “de primera mano la historia” de un determinado número de mujeres maltratadas. No obstante, a pesar de los buenos intentos de Balaguer de exponer un serio problema que afecta la sociedad de una forma realista, el filme ha sido considerado como un melodrama.
Leslie Maxwell plantea que “The melodrama of [this work] has led the critics to devalue their worth as art, but its use serves to further their impact as social and legal criticism” (68). Esta película significó el debut como director de Javier Balaguer. Esta es quizás una de las razones por la que la película recibió duras críticas. No obstante, Solo mía tiene a su favor el ser “la primera película, rodada en España, que abarca la temática de la violencia de género” (Sánchez Hernández 744). Es obvio que es una película “to be explicitly marketed as a film about domestic violence”. El nivel de violencia es alto y las escenas dejan poco a la imaginación del espectador el cual se mantiene en vilo frente a una pantalla donde las escenas de maltratos duran demasiado. Este aspecto es quizás la llamada de alerta, el preguntarse: ¿hasta cuánto es soportable situaciones de esta índole? Otro detalle positivo del filme es exponer la violencia doméstica como un problema que no conoce fronteras de clase social, ya que rompe con la imagen tradicional del abusador borracho, pobre y analfabeto. A pesar de todo, Balaguer crea un perfil del abusador que no pasa de ser una caricatura que más bien va acorde al estereotipo de un individuo que puede fácilmente ubicarse en la línea entre la cordura y la conducta sociópata. “El filme está inundado de planos y frases significativas, donde el carácter del maltratador es cada vez más violento, posesivo, provocador, insensible y humillante” (Sánchez Hernández 744). Poco a poco el personaje de Joaquín, que en un principio parece la respuesta a los rezos de la madre de Ángela, se va convirtiendo en una especie de monstruo enfermizo, un hombre con síntomas severos de ser un trastornado. “His pedantry is evident from the outset. He corrects grammar and enunciation obsessively; his disgust hearing that colleges visit prostitutes is seen to be indicative of unhealthy moral puritanism” (Wheeler 466). A pesar de que “Balaguer claims that he cast Sergi Lopez as Joaquín ‘por esa apariencia tan normal con la que cualquiera puede identificarse” (Wheeler 466). El argumento falla en la estructuración del personaje de Joaquín como el típico abusador en elaborar más bien un tipo con trastornos mentales visibles los cuales también expone socialmente. El Joaquín de Solo mía no consigue ser el clásico abusador que muestra una doble cara y frente a la sociedad conserva una actitud “normal” y guarda la violencia para el hogar. Samuel Amago afirma que el resultado es la de un villano ubicado sobre la fina línea entre lo normal y lo extraño “good and evil, known and unknown” (56). Joaquín solo logra engañar con su fingido encanto al principio de la película. Una vez que la personas ven a Joaquín de cerca, su carácter irascible lo delata. Joaquín no engaña a nadie. Muy pronto pierde la simpatía de los familiares de Ángela. Si en un principio la madre de Ángela apoya a Joaquín en su papel de autoridad del hogar, después de la ausencia del hombre en el parto de su hija, la señora se decepciona de él y apoya a Ángela resueltamente en su decisión de divorciarse. Vale señalar que la joven también cuenta con el apoyo de su hermano y su cuñada, los cuales la amparan sin reservas. De igual manera, la actitud abusiva de Joaquín para con su mujer recibe la condena de sus propios compañeros de trabajo y su jefe, los otros hombres en el film. Con esta actitud de los representantes del sexo masculino, el drama pierde una excelente oportunidad de afirmar la violencia contra la mujer como un mal social.
En contraposición a Joaquín, el carácter de Ángela conquista el corazón de las personas que la rodean. A pesar de la intención de Joaquín de encerrar a su esposa en un mundo estrecho donde solo él habite, la joven conoce a Andrea, la esposa de su jefe, la cual juega el papel de confidente y amiga a toda prueba. El nombre de Ángela parece recordar el llamado “ángel del hogar” concepto descrito por Faustina Sáez de Melgar en 1866 (Maxwell 76) y socialmente aceptado como el papel adecuado para la mujer. Maxwell plantea que “Whether intentionally or not, in Solo mía, Angela’s name evokes the specter of the ángel del hogar, which despiste its antiquity also permeates Joaquin’s vision of his wife’s role in their marriage. While he is the breadwinner, she is responsible for the housework and later for the care of their child” (Maxwell 75). Pero Ángela tiene planes muy diferentes a los predeterminados para ella por la sociedad y por su esposo. La joven tiene aspiraciones y desea no solo no llenarse de hijos, sino también estudiar y tener una carrera profesional. Ángela hace añicos la figura tradicional e irrumpe en lo que debe ser la imagen de la mujer moderna que puede compaginar su vida como madre, esposa y profesional, sin que ninguna de las esferas se vea afectadas. A pesar de que la muchacha está enamorada de su marido y le da demasiadas oportunidades de cambiar, al mismo tiempo tiene el valor de romper con el abusador y luchar personal y legalmente para que sus derechos sean reconocidos y respetados.
El filme, sin embargo, tiene otro lado débil y es como es tratado el delicado tema del aborto. Luego de ser violada, estando casada todavía, Ángela descubre que está embarazada nuevamente. Andrea le insiste que no puede tener ese hijo y todo parece indicar que la joven se somete a un aborto, aunque no queda del todo claro. Luego viene otro embarazo, producto de una segunda violación por parte de Joaquín, esta vez ya divorciada. En esta ocasión, Ángela tiene un niño que vemos en la escena final en el sanatorio. Según Maxwell, y comparto su opinión, “Balaguer seem to fall onto… the efforts to portray and critique not only that the act of domestic violence, but also multiple ideological and legal aspects of the problem (69)”. Rubén Corral, por su parte, critica el afán del director de abarcar demasiados aspectos que más bien complican el mensaje final del filme: “peca de querer abarcar absolutamente este problema social y…comete el error de … restar credibilidad y aturullar el ritmo de una trama tan apegada a la realidad” (Corral en Maxwell 69). A pesar de pagar el precio de ser un neófito como director, el esfuerzo de Balaguer tiene un inmenso valor ya que debemos tener en cuenta la fuerte campaña que se vivía en el momento de la producción del film por la creación de nuevas legislaciones que reconocieran y protegieran a las mujeres. Dos años después del estreno de Solo mía la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral Contra la Violencia de Género es aprobada. “Al considerar la violencia contra las mujeres un problema público, la Ley resalta la responsabilidad colectiva por combatir una lacra social que, al golpear el cuerpo de las mujeres, golpea y veja, en última instancia, el cuerpo social de la nación española” (Bermúdez 2). Esta Ley significó un gran paso en la lucha contra la violencia de género y sin dudas, en ese sentido, esta película cumple con su papel como promotora de cambios sociales “Solo mía reflects genuine and increasinly visible concerns about the adequacy of social vision to combat domestic violence; women suffering abuse, for example, beleive the judiciary to be the most negligent of all public institutions” (Wheeler 467). Otro logro del film es exponer la violación dentro del matrimonio como un delito. Hay que tener en cuenta que, aunque siempre la violación se ha considerado un delito y han existido leyes en su contra, estas no fueron establecidas para ser aplicadas dentro del matrimonio. Como tradición cultural y también legal, la mujer no podía negarse a su marido. Al respecto, España se adelantó cuatro años a los Estados Unidos y estableció en 1989 la violación dentro del matrimonio como delito castigable por la ley.
Es interesante que mientras Solo mía sale a la luz en un período durante el cual había en España una fuerte campaña de concientización en contra de la violencia doméstica, Te doy mis ojos aparece en cartelera el mismo año en que se aprueba en España la Ley Orgánica, el 29 de septiembre. La Ley Orgánica contempla medidas concretas en materia de seguridad ciudadana y violencia doméstica. La violencia doméstica traspasa las paredes del hogar y alcanza a una sociedad que mira sin ver, políticos indolentes y leyes insuficientes, además de las ataduras culturales y la herencia de un trasfondo patriarcal y machista. Maxwell explica que “ Despite changes in the law and in the conception of domestic violence as a serious issue, the problem cannot be remedied without a greater change in the gender ideology that underlies Spanish culture” (67),
Al comparar Solo mía con Te doy mis ojos (2003), debemos de partir del punto de la experiencia como directora de Icíar Bollaín, además, el filme de Bollaín no fue el resultado de una investigación sobre la marcha, como parece haber sido el filme de Balaguer, sino el resultado de un trabajo previo y una investigación más extensa sobre el tema. Para la realización de Te doy mis ojos, tanto Icíar Bollaín como Alicia Luna, la coguionista, se inspiraron en un trabajo previo, un cortometraje que habían realizado llamado Amores que matan, donde habían explorado el tema tan espinoso del porqué de la violencia dentro del marco del hogar. Bollaín demuestra su mano experta como directora y logra que su película sea “the most widely known Spanish work on the subject” (Wheeler 469). Te doy mis ojos resulta ser una exposición pública muy bien planificada de lo que hasta ese momento era un problema que se sufría en silencio. Al respecto, dice la directora: “Lo que hicimos es poner el espectador ante una historia privada anterior a los hechos que narran los periódicos o ven en la tele” (Bollaín en Wheeler 470).
Te doy mis ojos cuenta con la actuación protagónica de Laila Marull y Luis Tosar. La película es un drama que comienza in medias res. Una mujer despierta a su hijo de unos 9 o 10 años y lo ayuda a vestirse. Con unas pocas pertenencias sale desesperadamente a la calle. Los taxis no se detienen y tienen que tomar un autobús. Nada le revela al espectador qué es lo que ocurre. Al llegar a una casa conocemos el nombre de la joven: Pilar. Fuera de control se abraza a su hermana y solo alcanza a decir cosas que su hermana no comprende. Las únicas palabras que logra articular son: “Que me he venido en zapatillas, soy tan tonta que no me he dado cuenta…no me he dado cuenta.” El espectador se entera de los motivos de la huida al día siguiente, cuando Ana va a la casa de Pilar para recoger algunas pertenencias de su hermana. Mientras Ana revisa las gavetas, encuentra documentos del hospital que le narran lo que su hermana no pudo y es así como ella, junto al espectador, se enteran del infierno en que ha vivido Pilar. Poco tiempo después Pilar comienza a trabajar como guía turística y poco a poco su horizonte se va abriendo a nuevas posibilidades de superación. No obstante, Antonio, su marido, no ha renunciado a ella y la pareja termina reconciliándose, luego de promesas y regalos que hacen creer a Pilar que su Antonio se ha regenerado. Muy pronto se da cuenta de su error. Pero no todo es negativo en él. Antonio ha tratado de buscar ayuda. Reconoce que siente unos celos profundos y que la inseguridad y el temor de perder a Pilar lo obsesionan. Es así como se une a un grupo de apoyo y comienza una serie de visitas al terapeuta, al mismo tiempo que registra en un diario sus sentimientos y frustraciones. Pilar sigue superándose y le propone a su marido mudarse de Toledo, ciudad donde viven, a Madrid, en busca de mejores oportunidades que se le presentan como guía de museos. Toda la inseguridad y rabia que Antonio ha acumulado tienen su colofón en una violenta escena donde un Antonio, desenfrenado, desnuda a fuerza de golpes y rasgones a una Pilar que, impotente, no puede defenderse. El iracundo marido expone a la indefensa mujer desnuda en el balcón, para luego arrastrarla hacia dentro del apartamento. Al tomarla por el cuello la joven pierde todo control y se orina de terror. El iracundo marido solo le dice: “lávate” y se marcha. Pilar hace acopio de un valor que hasta ese momento ha carecido e intenta denunciar a su victimario, pero sus palabras frente al policía carecen de sentido y se marcha sin terminar de hacer la denuncia. La película termina cuando Pilar, franqueada por dos de sus compañeras de trabajo, regresa al apartamento que ha compartido con Antonio, recoge varias pertenencias y se marcha ante la mirada atónita de Antonio que la ve alejarse desde el mismo balcón donde la expusiera públicamente.
Es claro que el personaje de Antonio fue creado “justo a la medida” y nada queda al azar. Antonio es un hombre silencioso, trabajador y responsable. Nada en su conducta fuera de casa da a entender que sea capaz de hacer algo incorrecto. Solo su esposa sabe de lo que es capaz. Este es el gran triunfo de Bollaín: el lograr un personaje que sí parece “normal” a los ojos de la sociedad. Esa normalidad se rompe en el interior doméstico, para cual Antonio guarda todas sus inseguridades y carácter violento. Lifante Vidal plantea que Bollaín:
[R]enuncia a presentarlo [a Antonio] bajo el estereotipo de ‘despreciable machista’ o de ‘psicópata latente’ y opta por mostrarlo como un hombre común y eso es lo que resulta más inquietante de la película… Esta inquietud que nos genera la ‘dualidad’ del personaje de Antonio, alguien que parece que querría dejar de comportarse como maltratador y en algún sentido se esfuerza por conseguirlo…, pero termina maltratando a la persona a la que quiere. (4)
Antonio fracasa en sus esfuerzos por cambiar y descarga toda su furia acumulada en esa escena brutal, la única visiblemente violenta en todo el film, donde humilla, maltrata y casi mata a Pilar. Por el contrario, Pilar es una mujer que evoluciona a lo largo del fin de una mujer dependiente, enamorada y aterrada a una mujer con deseos de triunfar y ser libre. La joven es la víctima que espera que su marido cambie. El doctor Edwin Lemuel Ortiz, experto en consejería matrimonial en la ciudad de Miami, llama a la falsa creencia de poder cambiar a un abusador “síndrome de mesías”. Afirma que es una falsa esperanza y sostiene que el abusador no va a cambiar por mucho que una mujer aguante. Lifante Vidal, por su parte, agrega que:
Pilar, la protagonista, es claramente una víctima, pero en parte se presenta también como causante del mantenimiento de su propia situación: por haber aguantado demasiado, por haber permitido que su marido llegara a maltratarla; en definitiva, por haber ‘entregado sus ojos’. En este sentido, es posible encontrar en la película un interés especial en remarcar la idea de que la superación de este tipo de violencia tiene como requisito indispensable el que la mujer tome conciencia de su situación de ‘maltratada y decida ponerle fin. (5)
Pilar representa, en cierta medida, la sociedad española atrapada por un lado entre la mentalidad machista común en la España hasta la era de Franco en contraposición con las ideas posteriores y la modernidad. “As for Pilar, she finds herself at the crossroads of two very distinct generations. Her mother represents the women who grew up during Franco’s dictatorship (1939-1975) and where subject to the patriarchal structures of State and Church. Her sister, Ana, an independent working woman exposed to other cultures… Placed at the interception between the past and the present. (Mónica Cantero 54)”. Es esta quizás la causa por la cual ninguna de las dos mujeres de su familia entiende a Pilar ni logran ayudarla debidamente. Al igual que el nombre de Ángela de Solo mía rememora el “ángel del hogar”, el nombre de Pilar sugiere la visión patriarcal de la mujer como el pilar silencioso donde descansa el hogar, la mujer como la base que ofrece descanso y confort. El pilar silencioso y útil que la Pilar de la película tan bien representa. Es lo que Cruz llama “internalización de los roles de género instaurados por la ideología patriarcal, personalidad sumisa e insegura. El modelo femenino entronizado por el ordenamiento patriarcal, en el que la mujer constituye el pilar de la familia y la sociedad” (73). En cierto momento del filme, al preguntarle el terapeuta a Antonio que más extraña de ella, él le contesta que “el silencio con que hace las cosas” (Te doy mis ojos).
Sin dudas, ambos filmes abordan una problemática que tiene sus raíces en el pasado, pero su sombra nefasta se extiende hasta el presente. Tanto Balaguer en el 2001 como Bollaín en el 2003 se hacen eco de una campaña a favor de las víctimas de la violencia contra la mujer y en menor o mayor grado ambas películas cumplen su función de alerta y promoción. Tristemente los crímenes continúan y hasta el presente, solamente en España, han muerto más de 700 mujeres a manos de sus violentos esposos. Por otra parte, el tema sigue tratándose de una manera muy superficial. En una guía de clases de cine para impartir en el Reino Unido y hablando de Te doy mis ojos, encontré la siguiente sugerencia metodológica: “Considerando que la película trata un tema ‘espinoso’ es recomendable que, con varias semanas de antelación (y sin mencionar la relación con el visionado de una película…se dé la opción a los alumnos a desechar el tema” (Hermoso Gómez 5). Dejando en manos del alumnado la decisión de aprender o no sobre un tema que afecta de alguna manera a toda la sociedad. Si bien la medida de violencia en Solo mía supera con creces dicho nivel en Te doy mis ojos, se debe tal vez a la fecha en que se produce y a una clara intención del director de imitar, en cierto grado los filmes norteamericanos que como Color Purple (1985) y Sleeping with the Enemy (1997), filmes que establecieron un antecedente de la mujer que se convierte en su propia vengadora, la cual deja de ser víctima y castiga a su agresor. Este no es el caso de Te doy mis ojos, donde el final es abierto y sugiere o una continuidad del ciclo de la violencia en el futuro o cierto vestigio de esperanza y cambio para el abusador y con ello para toda su familia.
En conclusión, mientras que Bollaín perfila un abusador y una víctima completamente creíbles, los personajes abusador-víctima de Balaguer adolecen de credibilidad y complejidad, son un poco acartonados en los extremos del mal, bien malo y la víctima que se cansa de serlo y entonces ella también es una agresora. En cuanto a los personajes secundarios, el círculo de personajes que rodea a los protagonistas en el filme de Balaguer demuestra una madurez generalizada que sería imposible en la realidad. Joaquín aparece como un hombre sin familia ni amigos, un sociópata incapaz de conseguir el apoyo de nadie. Sin embargo, Los personajes secundarios creados para Te doy mis ojos encierran en sí mismos complejidades de carácter que añaden a la trama detalles y constituyen un magnífico calzo actoral para los protagonistas. Por ejemplo, la relación de Antonio con su hermano explica un poco de donde aprendió la conducta violenta y la madre de Pilar nos ayuda a entender el por qué la joven mantiene una actitud sumisa y conformista. A pesar de todo, con errores y aciertos, tanto Solo mía como Te doy mis ojos cumplen su objetivo de denuncia y promueven de manera enfática la eliminación de la violencia doméstica no solo en España sino donde quiera que estos filmes sean exhibidos. Además, también ambas exponen el problema desde una perspectiva más acorde a la realidad: la violencia machista alcanza a todas las escalas sociales y no se reduce a la reacción de personas del bajo mundo, los pobres o las personas incultas. Cualquier mujer puede ser víctima de la violencia. El abusador puede estar agazapado detrás de cualquier rostro.
Obras citadas
Bermúdez, Silvia. «Feminismo y responsabilidad social en el siglo XXI: evaluaciones en
Anna Martha Martija Pérez. Nació en Mayarí, Holguín, Cuba. Vive en los Estados Unidos en la ciudad de Miami. Obtuvo una Maestría en español en la Universidad Internacional de la Florida, donde trabaja como Instructora Asistente, mientras culmina el Doctorado en Filosofía. Martija Pérez ha publicado artículos sobre cine y literatura. Ha servido como voluntaria, enseñando español en las bibliotecas públicas del condado de Miami y colabora con organizaciones que promocionan el idioma español en FIU, como son Sigma Delta Pi (La Sociedad Nacional Honoraria Hispana de los colegios estadounidenses), MLGSO (la Organización de Estudiantes Graduados del Departamento de Lenguas Modernas, por sus siglas en inglés) y CASA (la Asociación de Estudiantes Cubanoamericanos, también por sus siglas en inglés) de la misma institución. Participó como maestra en el programa conjunto de FIU con la Universidad de Qingdao, en China.