Un réquiem alemán
(fragmento)
No es lo que construyeron. Es lo que echaron abajo.
No son las casas. Son los espacios entre las casas.
No son las calles que existen. Son las que han dejado de existir.
No son los recuerdos que te acosan,
No es lo que has anotado en un papel.
Es lo que has olvidado, lo que tienes el deber de olvidar.
Es lo que debes seguir olvidando durante toda tu vida.
Y si tienes suerte, el olvido para ti se volverá un ritual.
Descubrirás que no estás solo en ese esfuerzo.
Ayer hasta los muebles mismos me reprochaban algo.
Hoy tomas tu lugar en el Bus de las Viudas.
Camboya
Un hombre sonríe un día y dice adiós.
Dos se quedarán, se quedarán para morir.
Un hombre dará su mejor consejo.
Tres hombres pagarán el precio.
Un hombre vivirá, vivirá para emitir lamentos.
Cuatro hombres pagarán la deuda.
Un hombre se despertará del terror en su cama.
Cinco hombres estarán ya muertos.
Un hombre contra cinco. Un millón contra uno.
Y se siguen muriendo. Y aún así la guerra continúa.
Hinterhof
Quédate cerca y a tu lado estaré—
Tan cerca como puede estarlo mi cariño hacia ti,
Como el arcoíris junto a la lluvia,
Como el viento del oeste se pega a los postigos,
Las llamas al hogar y el rocío se adhiere al nuevo día.
Traeme verdad y seré siempre verdad para ti—
Tan verdadero como es nueva tu presencia a mi lado,
tan súbito como un arcoíris en la lluvia,
completamente nuevo en todos sus colores,
Nuevo del mismo modo en que hay verdad en tus palabras.
Quédate cerca, sigue siendo verdad para mí.
Yo estaré igual de cerca, tan lleno de verdad
Como lo esté la plegaria que diga un corazón.
El mismo corazón que jamás sospechó
La mitad del valor que tienes para mí—
El amanecer, las llamas, el arcoíris y el nuevo día.
Para Andrew Wood
¿Qué querrán los muertos de nosotros
Cuando nos miran desde su sepulcro?
¿Que nos quedemos aullando para siempre?
¿O que la rabia nos consuma
Y nos desfiguremos, que nos asfixiemos
Como aquel esclavo de un viejo emperador?
Ninguno de mis amigos muertos era emperador
Ni tenía esos gustos extremos
Y ninguno de ellos fue tan vengativo
Como para pedir que sus amigos
Se desgastaran en lamentos
O se desfiguraran o cambiaran su rostro.
Pienso que los muertos quisieran vernos sollozar
Por todo lo que ellos mismos han perdido.
Lo que más los perturba, me parece,
Es la suerte que tenemos al permanecer.
Pero con el tiempo serán más desprendidos
O menos enfrascados en sí mismos.
El tiempo los hará generosos
Como lo fueron una vez,
¿Y qué otra cosa de nosotros querrán,
sino un sitio honorable en la memoria,
la preferida habitación, una silla que les ha sido reservada,
celebridad y privilegio?
Y así los muertos podrán dejar de lamentarse
Y nosotros no repetiremos el error
Y se podrá llegar a un pacto
Entre los amigos que ya han muerto
Y los que aún estén con vida.
Lo que nuestros muertos quisieran de nosotros
Tal vez sea tener amigos vivientes como esos.
La canción de Martine
Hazle una carta a los muertos.
Para que ellos la puedan leer.
Los muertos han nadado hasta muy lejos.
Se han ido hasta detrás del mar.
Toma la carta en tus manos.
Dóblala y luego vuélvela a doblar.
Haz con el papel un pequeño bote
y pon una velita en su interior.
Pon a flotar el bote de papel
En el sitio en donde el río se junta con el mar.
Ese es el sitio al que mi corazón quiere llegar.
El sitio adonde yo quisiera ir.
Cada velita es una estrella.
Cada bote se va flotando hasta entrar en el mar—
Que no está muy lejos, creo,
Y es el lugar adonde quiero ir.
Y es el lugar adonde quiero ir.
Versiones libres al español de Reinaldo García Ramos
James Fenton
(Foto tomada de http://www.jamesfenton.com)
James Fenton
nació en 1949 en Inglaterra, y cursó estudios superiores en Magdalen College, Oxford. Es conocido como poeta (con libros como “Terminal Moraine”, 1972, “The Memory of War”, 1982, y “Out of Danger”, 1994) y como crítico literario, pero también como periodista y cronista político. Logró notoriedad como corresponsal de guerra en Vietnam y Camboya en los años 70. El “Bus de las Viudas” a que se hace referencia en “Un réquiem alemán” es el vehículo en que las viudas de Alemania recorren, una o dos veces por año, las tumbas de sus maridos muertos en combate. El poema “Para Andrew Wood” fue leído por su autor en los funerales de su amigo Christopher Hitchens, en diciembre de 2011.Reinaldo García Ramos
(foto cortesía de Sergio Chavez)
Reinaldo García Ramos
(Cienfuegos, 1944) publicó su primer poemario, Acta, con las Ediciones El Puente en 1962. Salió de Cuba en 1980. Entre sus libros de poesía se destacan El buen peligro (1987), Caverna fiel (1993), En la llanura (2001), Obra del fugitivo (Premio Internacional de Poesía Luys Santamarina-Ciudad de Cieza, 2006) y El ánimo animal (2008). Es autor de una novela testimonial, Cuerpos al borde de una isla; mi salida de Cuba por Mariel (2010). Rondas y presagios, una compilación de sus poemarios, apareció en 2012 por la Editorial Silueta, de Miami.